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SEGUNDO SEMESTRE 2025 NÚMERO 40 |
ISSN: 1659-2069 |
Desinfodemia,
noticias falsas y futuro electoral
Reseña del libro: Desinformación
y democracia: retos para los organismos electorales
MSc. Carolina Urcuyo Lara
El libro Desinformación y democracia:
retos para los organismos electorales es una obra colectiva, la cual reúne
artículos que retratan la realidad electoral y la desinformación en cinco
países, lo que hace de este un texto único en la región. Mucho se ha escrito
sobre desinformación en redes sociales y desde los desafíos para la
comunicación y los procesos electorales. Empero, no existía, hasta ahora, un
compendio reciente de estudios de casos de organismos electorales
latinoamericanos.
Encontramos en estos textos retos
compartidos que enfrentan las democracias, las cuales están cada vez más
entrelazadas con los procesos de digitalización de los procesos electorales.
Por tanto, este trabajo tiene el propósito de analizar la influencia de las
redes sociales y de la inteligencia artificial sobre las democracias desde una
perspectiva latinoamericana. En particular, los estudios de caso se enfocan en
las acciones tomadas desde los organismos electorales en respuesta a desafíos tecnológicos actuales.
Desinformación y democracia: retos
para los organismos electorales fue escrito en septiembre del 2024. En
este participan las siguientes personas autoras:
1.
Elaine
Ford–Perú, quien nos brinda un encuadre regional
2.
Frederico Franco Alvim-Brasil
3.
Gustavo Román
Jacobo-Costa Rica
4.
Alfredo Juncá
Wendehake-Panamá
5.
Katiuska
Valencia Segovia-Perú
6.
Román Andrés Jáquez Liranzo-República Dominicana
El Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) clasificó el año 2024 como “un superaño electoral” a
nivel global. Al menos en 72 países se vivieron elecciones, lo cual se traduce
a 3,7 mil millones de personas que estuvieron expuestas a un proceso electoral,
participaran o no de este.
¿Qué representaron estos procesos para la
mitad de la población mundial? En términos de hábitos y prácticas previos y durante estos periodos
electorales, es imperativo reconocer que las personas parecen invertir más
tiempo en consumir contenidos audiovisuales o en una plataforma de streaming que en realizar actividades de consumo que
impliquen leer, ya sea en un soporte físico o digital
(televisiones inteligentes, celulares, computadoras y tabletas), señala el
estudio del PROLEDI (Programa de Libertad de Expresión y Derecho a la
Información)
y el CIEP (Centro de Investigación y Estudios Políticos) para el año 2023 en
Costa Rica.
Según el reporte 2025 Digital Media Trends, de la
firma consultora estadounidense Deloitte, este parece ser un patrón también en
otras latitudes, al ocurrir con una
marcada frecuencia el consumo por medio de servicios de streaming, redes
sociales, contenido creado por usuarios y usuarias, juegos, música y podcasts.
Esta tendencia la podemos observar en grupos etarios y demográficos disímiles,
quienes cada vez más han aumentado su consumo en varios países latinoamericanos
(Adlatina, 2024). Es la nueva dinámica de consumir contenidos digitales en un mundo vertiginosamente
digitalizado y disruptivo.
Dentro de esta economía, el panorama está
marcado por los algoritmos y la industria publicitaria que, también,
ha buscado generar más ganancias al adoptar herramientas de inteligencia
artificial. Las personas escogen leer o escuchar noticias o videos en plataformas como Facebook, Netflix, WhatsApp o TikTok de manera intensiva y por encima de los medios tradicionales como la radio
y la prensa escrita. De seguro, les dedican más tiempo a estos medios
diversificados que a escuchar las noticias en vivo por televisión nacional o a
comprar un periódico en su versión impresa.
A la hora de consumir medios, ¿cómo
distinguimos, en estas informaciones, lo que es real y lo que es manipulado
irresponsablemente para agravar escenarios y “convertirse en combustible para
agitar la convulsión social”? (Ford, 2024), ¿cómo podemos reconocer, describir
y combatir la desinformación? Estas son preguntas medulares para
iniciar la conversación sobre desinformación y organismos electorales, temas
que destaca esta obra.
¿Por qué algunas personas comparten o
difunden información falsa sin verificarla o sin saber que lo están haciendo?
Todas las personas pueden ser víctimas de la desinformación, sin necesariamente
buscar explotar vulnerabilidades, sino por puro desconocimiento. En el libro,
se subraya el aporte de Sinan Aral (2022), profesor del MIT Sloan School of
Management, quien
ha descubierto que “la falsedad se difunde significativamente más lejos, más rápido, más profunda y
ampliamente que la verdad, en todas las categorías de información y, en muchos
casos, en un orden de magnitud” (Aral, citado en Ford et al., 2024, p. 175).
Ante
este panorama, Hugo Picado, director del IFED y Julia Sandner de la Konrad
Adenauer en la presentación y preámbulo del libro mencionan:
Cómo la desinformación y manipulación
de mensajes y datos apela a las emociones, al temor, a la duda legal; y, por
ende, generan desconfianza y confusión en personas votantes. La importancia de resaltar la
credibilidad en el sistema electoral, en el “árbitro” de la contienda y en los
resultados electorales como fruto del ejercicio democrático. (p. 7)
Es importante tomar en cuenta que hoy
en día, en nuestra
región latinoamericana existe una gran desafección y desconfianza hacia los
partidos políticos tradicionales y las instituciones públicas. El reciente Informe 2024 de
Latinobarómetro ha señalado,
también, el
desapego hacia la democracia como sistema de gobierno, así como el deterioro
continuo y sistemático de la democracia. La insatisfacción con la democracia ha
aumentado hasta alcanzar el 65% en América
Latina, mientras que solo 33% de las personas se manifiestan satisfechas. Esta cifra es inquietante.
El doctor Hugo Picado, también, en el prólogo del
libro, destaca cómo han resurgido algunas “prácticas autoritarias del pasado y
los populismos de derechas y de izquierdas, la colonización del Estado de
derecho, la violencia política en sus diferentes formas, el fraude electoral y
la represión han vuelto a aparecer a lo largo y ancho de la región” (p. 18).
Por tanto, esta obra impostergable,
que hace eco de nuestros tiempos actuales, nos permite identificar
coincidencias, retos y buenas prácticas. En el primer capítulo del libro,
Elaine Ford señala el aumento y sofisticación de la desinformación online y los episodios de violencia
que pueden generarse cuando estas narrativas se repiten y se viralizan. Esto
fragmenta la cohesión social no solo en el interior de los Estados, sino en el
plano regional, de esta forma traspasa las fronteras del debate y la deliberación
(p. 34). Una desinfodemia puede llegar a desestabilizar los sistemas democráticos y generar temor y pánico, lo que lleva a la falta de
razón y juicio crítico,
apunta la autora.
La desinformación online no viene sola, nos señalan
las personas autoras. Se presenta en “combo
o en pack”, usualmente acompañada de fake news, de maquinarias de trolls, de bots automatizados, cuentas falsas
y uso de hashtags,
que comparten y viralizan el contenido con gran inmediatez y propagación. Pero
¿qué distingue estas informaciones de otras? Su alta capacidad de difusión o
viralización, su rapidez, su largo alcance para llegar a miles de personas de
manera simultánea, su posibilidad de llegar a audiencias segmentadas en tiempo
real a cero o bajos costos financieros las hacen sobresalir entre el vasto
universo ecosistema mediático.
¿Cuáles son los costos y peligros
éticos detrás de esta fórmula de distribución instantánea?
Hoy se ven con más fuerza noticias
falsas y difamatorias a través
de inteligencia artificial que produce deepkfakes, cheapfakes y audiofakes; prácticas que apuntan a engañar a la
población por medio
del uso de imágenes, videos o audios sin el consentimiento y la autonomía
de la persona en cuestión. El riesgo de superponer rostros y voces de las
personas no solo representa una violación a derechos de propiedad intelectual,
sino que nos recalca la importancia de contar con portales y recursos para
identificar estas identidades falsas.
Entonces, ¿cómo atenta la
desinformación contra nuestros sistemas electorales y, por ende, al ejercicio
de la democracia?
En este compendio, se enumeran
múltiples embates a la imparcialidad de los órganos electorales, ataques al padrón electoral el día de las
elecciones, desinformación sobre el documento utilizado para ejercer el voto,
desinformación sobre desorganización durante la jornada electoral y
desinformación sobre boletas y urnas. En varios países como Perú, ha sido común
escuchar frases como: “los
muertos votan”, “copamiento
de las mesas de sufragio”, “manipulación de material electoral” y
“no entrega
de padrón de electores”, entre otros.
Por consiguiente, la protección del
entorno informativo es una medida necesaria para preservar la integridad y
normalidad de los procesos de renovación de los órganos
representativos,
destaca Frederico Franco de Brasil. Franco subraya cómo las condiciones de acceso
a una información adecuada y el nivel de depuración del ecosistema comunicativo
afectan el pluralismo de ideas, la formación de opiniones informadas, la
libertad de voto y la igualdad de oportunidades entre candidatos y candidatas
(p. 59).
A continuación, se analizarán seis
lecciones aprendidas producto de estos textos, en las cuales se destacan las
estrategias de los órganos electorales para blindar la legitimidad de los
procesos electorales:
1.
La
promoción de la pluralidad informativa mediante la creación y difusión
de información veraz
y el fomento de la transparencia ha sido clave para la defensa de la soberanía
del voto, las libertades públicas y la democracia. Básicamente, combatir la
desinformación con información.
En Brasil, las cifras muestran una
ruptura flagrante en la jerarquía de las fuentes periodísticas preocupante en
el sentido de que, en este escenario, las declaraciones publicadas en las redes
sociales por creadores y creadoras de contenido, trolls o incluso bots políticos tienen un peso
equivalente (o hasta mayor) a los ojos de la opinión pública frente a las
aclaraciones oficiales o los artículos de verificación de hechos publicados por
la prensa profesional (p. 65). La “disolución de jerarquías” (Da Empoli
citado en Ford y otros, 2024), dentro de esta lógica, lleva a que “lo verdadero y lo falso ya no
se distingan en función de quién
los afirma” (Murgia
citado en Ford y otros, 2024), y esto genera una importante distorsión en la
confianza en las instituciones del Estado.
Frente a este panorama, en Perú, la
autora Katiuska Valencia destaca la generación de información
dedicada a hitos críticos
en una elección (padrón
electoral, inscripción de candidaturas, actas electorales, publicación de
resultados, entre otros) “para evitar o mitigar los mensajes que contenían
discursos de polarización y generaban desconfianza” (p. 149).
La promoción de una cultura de
“puertas abiertas” ha sido reforzada con la inversión en herramientas
tecnológicas y metodologías para facilitar la verificación de hechos e
información que circula en las redes sociales; la creación de chatbots en WhatsApp, la creación de
un canal oficial del TSE en Telegram para que la ciudadanía acceda a
noticias verificadas,
sitios web, canales de streaming y análisis de macrodatos y escucha
social, entre otros. La mezcla de medios ha sido distinta en cada país, pero la
búsqueda de alcanzar también una pluralidad de audiencias parece ser un
objetivo compartido.
2.
Íntimamente
relacionada con el punto anterior, involucrar a la ciudadanía de manera
activa y como generadora de información ha sido clave. En Brasil, se realizó una campaña integral que invitó a las y
los ciudadanos a realizar denuncias en casos de desinformación y a verificar
datos. Se fomentó
la toma de capturas de pantalla, la recopilación de enlaces relevantes y el
envío de esta información a un correo electrónico dedicado a la recepción de
quejas.
Esta metodología de verificación con
participación ciudadana permite evaluar la veracidad de las afirmaciones y
proporciona a la población un recurso confiable. También, les brinda un sentido
de agencia, al sentirse capaces de tomar decisiones informadas para proteger la
democracia.
3.
Por
otra parte, en la región destacan la creación de consejos, frentes, comités
y gerencias especializadas. También en Brasil, se creó el Programa de Lucha
contra la Desinformación para implementar un plan estratégico con 52 objetivos que incluye
acciones a nivel normativo y multisectorial. Destaca, también, el establecimiento de un
comité de
ciberinteligencia. En Panamá, el TE ha fortalecido las capacidades de unidades
internas como la Dirección Nacional de Organización Electoral (DNOE) y del
Centro de Estudios y Monitoreo Digital (CEMD). También existe el Pacto Ético
Digital que rige
el comportamiento en el espacio digital en Panamá, destaca Alfredo Juncá.
4.
No
obstante, mientras no exista legislación que regule las redes sociales en contextos
electorales, resulta necesario incorporar la lucha contra la desinformación y
las noticias falsas dentro de los planes estratégicos institucionales. Este es un ejercicio que ya
ha realizado el TSE de República Dominicana, al destinar recursos y tiempos a
la estrategia comunicacional, subraya Román Andrés Jáquez. La necesidad de un
plan de acción preventivo y afirmativo que defienda la reputación y le haga
frente a “opiniones dogmáticas, radicales e intolerantes” (p. 61) es una iniciativa
que también ha impulsado el TSE de Costa Rica. La comunicación constante y
efectiva para contrarrestar la desinformación en tiempo real y el
establecimiento de un marco normativo que tipifique y sancione la
desinformación en el contexto electoral contribuiría a hacerle frente a esta
problemática.
En República Dominicana y debido a la
naturaleza impredecible de ciertas noticias falsas, se han dedicado a la
detección temprana de la crisis, al identificar y responder de manera ágil a
cualquier situación que pueda detonar una crisis. Como parte de ese acuerdo, se
creó un salón de
crisis, donde se monitorean y gestionan incidentes e informaciones falsas
durante las elecciones presidenciales y congresuales.
5.
Es
imperativa, también, la puesta a disposición de herramientas pedagógicas como medios para la formación
y como mecanismos para que
las y los ciudadanos comprendan el fenómeno de la desinformación, aumenten su
capacidad crítica, reconozcan los contenidos falsos y fraudulentos y accedan a
fuentes de información fiables.
La lucha contra la desinformación con
formación ha sido muy relevante en Costa Rica, a través de la labor del
Instituto de Formación y Estudios en Democracia (IFED) del TSE con los cursos
Soy Digital y Ciudadanía Digital Responsable: son “una valiosa experiencia pionera en la
región”, menciona Gustavo Román Jacobo. En Panamá, para prevenir la violencia,
el sexismo y el acoso contra las mujeres, se ha propuesto un “Manual de
herramientas para prevenir la violencia política contra las mujeres en espacios
digitales”.
6.
Todas
estas propuestas e iniciativas han sido oportunas, innovadoras y sobre todo
responden al contexto nacional y regional que estamos viviendo. Sin embargo, se
necesita no solo la colaboración de la ciudadanía, sino de alianzas con
las mismas plataformas digitales, que promuevan información oficial de manera
clara y oportuna. Las empresas de plataformas digitales se deben someter a la
observancia de reglas democráticas mínimas
regionalmente compartidas. “Eso
implica su colaboración con las autoridades electorales a fin de impedir que
sus herramientas sean empleadas para burlar las legislaciones electorales e,
incluso, violar derechos fundamentales” (p. 113), destacan desde Costa Rica.
Conclusiones
La desinformación es un fenómeno
eminentemente digital,
pero también
se propaga en territorio analógico
con un “parauniverso de hechos
alternativos” (Rodríguez Ferrándiz, 2018)
y de medias verdades y ambigüedades engañosas (Roman, 2024), como nos comparten
las personas autoras en esta obra colectiva.
En un mundo de medias verdades, la
alfabetización mediática debería ser un elemento
curricular transversal de la formación de los estudiantes desde su edad
escolar. Tradicionalmente, las escuelas y colegios no trascienden el modelo
clásico de la comunicación para explicar el proceso complejo de poner en común
lo que se piensa y se conoce. Más allá del estudio tradicional de persona
emisora, receptora y el mensaje emitido, no hay grandes esfuerzos por
comprender y reflexionar sobre cómo nos comunicamos. Es prioritario desarrollar
una comunicación pedagógica con el objetivo de que los electores y las
electoras conozcan y comprendan el proceso electoral, y se comprometan con la
defensa de su transparencia y legitimidad. Este conocimiento es una herramienta
para discernir, en el océano de mensajes e informaciones, lo que proviene de
fuentes confiables y reales.
Esto libro es un documento necesario
para los estudios en democracia, la formación cívica, académica y profesional.
En este período de
fatiga democrática
y desencanto ciudadano, no hay educación sin comunicación. Identificar
tendencias, sentimientos y opiniones de las y los ciudadanos en tiempo real nos
brinda una comprensión
profunda del electorado y del mundo en el que vivimos.
Desinformación y democracia: retos
para los organismos electorales nos comparte casos y respuestas, pero nos deja sobre todo
con muchas preguntas y caminos por explorar. ¿Qué pasa en los “desiertos de información”
donde no hay presencia de agencias de prensa, prensa local o comunitaria o
medios tradicionales? ¿Cómo utilizamos los medios de comunicación digitales
para tomar decisiones? ¿Cómo hacemos pedagogía electoral no solamente desde los
organismos electorales, sino desde nuestras diversas trincheras? ¿Cómo se
fortalece la confianza ciudadana? El camino es arduo y multidimensional, pero
si seguimos reflexionando e investigando transdisciplinariamente, podremos
enfrentar escenarios inciertos.
Referencias
Adlatina. (2 de mayo de
2024). En Latam: de los diez medios más
consumidos, nueve son plataformas digitales. https://www.adlatina.com/medios/en-latam-de-los-diez-medios-mas-consumidos-nueve-son-plataformas-digitales
Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP).
(2022). Informe del estudio de opinión pública del CIEP (4 de mayo de
2022). CIEP-UCR.
Corporación Latinobarómetro
(2024). Informe: La recesión democrática de América Latina. https://www.latinobarometro.org/lat.jsp?Idioma=0
Deloitte
Center for Technology, Media & Telecommunications (2025). 2025 Digital Media
Trends: Social platforms are becoming a dominant force in media and
entertainment. https://www.deloitte.com/us/en/insights/industry/technology/digital-media-trends-consumption-habits-survey/2025.html
Ford, E., Franco Alvim, F., Román Jacobo, G., Juncá Wendehake,
A., Valencia Segovia, K., Jáquez Liranzo, R. A. (2024). Desinformación y democracia: retos para los
organismos electorales. Instituto de Formación y Estudios en Democracia.
Programa de Libertad de Expresión y Derecho a la
Información (PROLEDI) y Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP).
(2023). I Encuesta nacional sobre libertad de expresión y confianza en
medios de comunicación (Resumen ejecutivo de resultados). PROLEDI.
Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD). (2024). Un “superaño” electoral. https://www.undp.org/es/un-supera%C3%B1o-electoral