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PRIMER SEMESTRE 2025 NÚMERO 39

ISSN: 1659-2069

 

Elecciones 2024 en Estados Unidos: el sistema electoral y partidario en una campaña atípica

Elizabeth Muñoz Marín*

https://doi.org/10.35242/RDE_2025_39_8


Nota del Consejo Editorial

Recepción: 2 de diciembre de 2024.

Revisión, corrección y aprobación: 13 de enero de 2025.

Resumen: La economía, migración y derechos reproductivos se destacaron como temas centrales de una campaña electoral en la que finalmente Donald Trump asumirá como 47.o presidente de Estados Unidos en enero de 2025. Para llegar a este punto, los partidos Republicano y Demócrata se vieron enfrentados a una serie de circunstancias atípicas que pusieron al límite normas y tradiciones que han estructurado por décadas los procesos electorales del país: cambio en la candidatura, atentados y cuestionamientos sobre la integridad de los resultados del día de elección. Por lo que se analizará la configuración y contexto nacional que permeó la discusión pública durante la contienda electoral a la luz de las particularidades del sistema electoral y partidario de Estados Unidos.

Palabras clave: Sistemas electorales / Campaña política / Proceso electoral / Sistema de partidos políticos / Elecciones presidenciales / Estados Unidos.

Abstract: The economy, migration and reproductive rights were highlighted as central issues of an election campaign in which Donald Trump will finally take office as the 47th president of the United States in January 2025. To reach this point, the Republican and Democratic parties were faced with a series of atypical circumstances that put to the limit norms and traditions that have structured the country's electoral processes for decades: change in the candidacy, attacks and questions about the integrity of the results of election day. Therefore, the configuration and national context that permeated the public discussion during the electoral contest will be analyzed considering the particularities of the electoral and party system of the United States.

Key Words: Electoral systems / Political campaign / Electoral process / Political party system / Presidential elections / United States.

 

1.       Introducción

La campaña electoral de Estados Unidos durante el año 2024 inició con dos figuras en el centro de la atención: el actual presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump, cada uno como presunto nominado de su partido para los comicios que se celebrarían el 5 de noviembre. Ambos candidatos, a este punto, son ampliamente conocidos por los estadounidenses: han ejercido la presidencia y se enfrentaron en las elecciones de 2020.

Algunas encuestas del primer semestre del año de la elección 2024 señalaban el poco entusiasmo de las personas electoras sobre la designación de ambas figuras como nominados oficiales de sus partidos. En un estudio de Ipsos de febrero de 2024, se identificó que el 59% de las personas encuestadas consideraban que tanto el candidato republicano (Donald Trump) así como el demócrata (Joe Biden) “eran muy viejos” para asumir un nuevo mandato en la Casa Blanca. Por su parte, en abril del mismo año Gallup daba un vistazo a la percepción de los encuestados sobre la valoración de “buen presidente” y el desempeño esperado de Trump y Biden en caso de ser electos: un 35% consideraba que Trump sería un buen presidente mientras que el 30% creía que Biden sería buen presidente. No obstante, el 29% de las personas consultadas consideraba que ninguno de los dos tendría un buen desempeño (Brenan, 2024).

El proceso electoral avanzó, se desarrollaron las primarias en los 50 estados y para marzo de 2024 los partidos tenían a sus nominados, Trump y Biden, en espera de confirmación en las convenciones nacionales por realizarse en julio para los republicanos y en agosto para los demócratas. En este punto, todo transcurría con relativa normalidad. Sin embargo, dos hechos de gran relevancia cambiarían la dinámica electoral.

El primero se desarrolló el 14 de julio en un evento de campaña, donde el expresidente Donald Trump fue víctima de un atentado cuando una persona le disparó mientras pronunciaba su discurso, lo que dio como resultado una persona fallecida, dos personas más heridas de gravedad y una lesión al expresidente Trump en su oído debido al roce de una de las balas disparadas. El segundo hecho se dio el 21 de julio cuando el presidente Biden anunció su retirada como candidato presidencial y pidió el respaldo para la vicepresidenta Kamala Harris para liderar la fórmula electoral del Partido Demócrata.

Ambos hechos constituyen hitos de alta relevancia dentro del proceso electoral al modificar los términos del debate público, las estrategias de campaña y la conexión con los votantes. Es decir, se estaba ante una contienda electoral que apenas iniciaba (a tan solo 4 meses de la elección) cargada de preocupaciones sobre la integridad y seguridad de las personas candidatas, con pocos espacios para el debate y la identificación de ideas, pero con una lucha feroz por conquistar los votos electorales de los estados péndulo.

Así, el sistema electoral y el sistema de partidos estaban enfrentados a circunstancias con pocos antecedentes en la historia reciente, especialmente ante las constantes alertas por partidarios de uno y otro bando sobre la integridad del proceso electoral, el compromiso democrático y la transición pacífica y ordenada del poder.

En este contexto, los y las habitantes de Estados Unidos tenían una preocupación central: la economía. A pesar de tener buenos resultados en los indicadores económicos, la visita al supermercado o el pago de servicios y necesidades básicas eran cada vez más complejos por lo que quien pudiera establecer mejores condiciones de vida, trabajo y acceso a servicios tendría un camino más llano hacia la presidencia.

Junto al costo de vida, la migración y la discusión sobre los derechos reproductivos se convirtieron en movilizadores del debate público, lo que dio una señal inequívoca de que los temas domésticos serían los puntos definitorios de la elección.

A pesar de este acento en la política interna, los ojos del mundo estaban puestos en esta elección, al ponderar las posibles líneas de acción de uno u otro candidato en términos de política exterior, relaciones bilaterales y acuerdos comerciales. Algunas pistas se fueron asomando durante los eventos de campaña: aranceles, apoyos a Rusia o Ucrania, posicionamientos sobre China, Isarel-Gaza, sin llegar a ser temas que inclinaran la balanza por alguna de las opciones electorales.

Estos estos hechos plantean un análisis sobre la configuración y contexto nacional que delineó los temas que centraron el debate durante la campaña para así comprender los retos y oportunidades que enfrenta el sistema electoral y de partidos, a partir de una aproximación de sus características y particularidades, con el objetivo de valorar si existen nuevas o potenciales configuraciones que se estén fraguando en un sistema de partidos con un alto componente de tradición, elemento particularmente relevante al entenderles, en gran parte de la literatura, como los mecanismos de estabilización de la democracia y promoción/protección de los canales diálogo y gobernanza.

 

 

 

2.       La campaña electoral de 2024: economía, migración y derechos reproductivos

En medio de serios cuestionamientos sobre la capacidad para asumir un segundo mandato, el presidente Joe Biden se retiró el 21 de julio de 2024 de una campaña electoral que no tenía las mejores proyecciones para los demócratas. El cambio dio a sus partidarios un respiro y una esperanza con el apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris para asumir el liderazgo de la papeleta -“ticket”- demócrata de cara a las elecciones del 5 de noviembre, lo que sin duda ponía al partido en una carrera contra el tiempo para encontrar las vías legítimas a fin de materializar el cambio, una vez que se terminaron las elecciones primarias, y avanzar en una nueva estrategia a tan solo tres meses y medio de las elecciones.

Mientras tanto el expresidente Trump era víctima de un atentado en un evento de campaña a pocos días de ser oficialmente nominado como candidato para la presidencia en el Partido Republicano. Nominación que aceptaría por tercera vez desde que anunció, en 2015, su interés por ingresar a la contienda por la Casa Blanca.

Sin importar quién fuera el o la candidata, la preocupación principal de los estadounidenses era la economía. A lo largo del año electoral ese fue el principal problema señalado por más del 40% de las personas consultadas por Gallup durante los meses más intensos de campaña electoral (agosto, septiembre y octubre); mientras que la confianza en las condiciones económicas del país únicamente demostraba un pesimismo sostenido en el transcurso de 2023 y 2024, la cual se fijó en un -26, justo antes de las elecciones del 5 de noviembre.

Figura 1

Preocupación sobre la economía y confianza en la economía


Preocupación sobre la economía y confianza en la economía

Nota. Tomado de Series históricas, Gallup, 2024. https://news.gallup.com/610757/2024-presidential-election-center.aspx 

A pesar de la continua disminución de la inflación desde su punto más alto en junio de 2022 (9,1%) hasta octubre de 2024 con una inflación de 2,4%, el costo de vida y los precios de los bienes y servicios no parecen reflejar la disminución de estos indicadores.

Durante la campaña, fueron constantes los intentos de dar contenido a apelaciones de ambas candidaturas para mejorar las condiciones de vida de los y las habitantes del país. El ahora electo, expresidente Trump, con su eslogan “Make America Great Again” promovía temas vinculados a cargas impositivas para los contribuyentes, como eliminar el impuesto a las propinas, eliminar el impuesto sobre el ingreso de seguridad social, expandir el crédito fiscal por niño a $5000 por año y la imposición de aranceles a las importaciones como mecanismo para incentivar la producción nacional, aumentar las fuentes de empleo y disminuir la dependencia de fuentes externas para el desarrollo de la industria en el país.

Mientras que Kamala Harris buscaba conectar con la clase media, generando una serie de propuestas vinculadas con acceso a vivienda, prohibición del aumento excesivo de precios en los alimentos, expansión del crédito fiscal por hijo hasta por $6000 al año, además de sostener que se puede lograr todas estas propuestas si se aplican impuestos para las personas más adineradas (“Tax the rich”).

A pesar de estas promesas, la carrera electoral tuvo márgenes tremendamente cerrados con diferencias de 1 punto entre ambos candidatos a un día de las elecciones[1], que finalmente decantaron por darle la victoria al expresidente Donald Trump. Sin embargo, las mediciones electorales previas al día de la votación demostraban a un electorado dividido entre ambas opciones.

Junto a la economía, uno de los focos de polémicas y debate fue la migración. Con la promesa del candidato republicano de hacer la mayor deportación de la historia de Estados Unidos, la elección de 2024 se centró en los peligros internos de seguridad que enfrenta el país al admitir a personas en condición migratoria irregular. Mientras que la vicepresidenta Harris apelaba por un sistema migratorio capaz de contener la migración irregular sin afectar derechos humanos.

Los resultados de la oficina de “US Customs and Border Protection” muestran que los encuentros con personas migrantes en la frontera sur han descendido de 301 mil encuentros en diciembre de 2023 a 101 mil en septiembre de 2024. Esta disminución es explicada por Gramlinch (2024) en razón de los cambios establecidos en la política migratoria en México y Estados Unidos, a partir del endurecimiento de los controles fronterizos en México; así como con la orden ejecutiva promulgada por el presidente Biden en junio de ese mismo año, la cual impide a las personas migrantes que crucen la frontera de forma irregular avanzar con la solicitud de asilo (White House, 2024). En términos electorales, esta orden ejecutiva buscaba hacer eco en aquellas personas votantes que encontraban en la gestión de la migración el factor determinante para decidir su voto. Al respecto, se encuentra que este es un tema decisivo para el 13% de los votantes (Brenan, 2024).

Por otro lado, desde la entrada de Kamala Harris como nominada por el partido demócrata, se intensifican las narrativas con respecto a los derechos reproductivos. Esto no es casualidad, en tanto en junio de 2022 la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos anuló la histórica sentencia “Roe vs Wade”, acción que pone fin al derecho de abortar en el país. Esta situación tenía su propia dinámica en cada partido y sus simpatizantes, y encontró en el sector demócrata una preocupación profunda por el derecho a la salud y aborto seguro para las mujeres que lo necesitaran; frente a un sector republicano con fuertes posicionamientos antiaborto e incluso un expresidente Trump que tomaba el crédito por facilitar una composición más conservadora de la Corte a partir de las tres designaciones que hizo durante su primer término (2017-2021).

Durante la campaña, el expresidente mantuvo una posición poco clara con respecto al aborto y una potencial restricción legal proveniente del Congreso. Por lo que en reiteradas ocasiones mencionó que el tema está en el punto en “donde todos lo querían”, pues señalaba que la regulación ahora se encuentra en manos de los estados y su propia determinación del acceso o no al aborto. Por otro lado, Kamala Harris abogaba por la promulgación de una ley que restaurara el derecho al aborto a nivel federal.

Desde esta perspectiva se encuentra una campaña altamente centrada en los elementos que delinean el día a día de los y las estadounidenses, sin dar espacios de profundidad o amplia contrastación de ideas entre las personas candidatas de las fórmulas de ambos partidos mayoritarios, apelando en mayor medida a una identificación personal y emocional con las narrativas de mejorar el futuro o las condiciones de vida de los estadounidenses.

Esto dejó imágenes de asistencia multitudinaria a eventos de campaña, una recaudación de ambos partidos de $1631,7 millones de dólares según los datos nacionales de la Comisión Federal de Elecciones para sus campañas, así como una fuerte contienda en los siete estados péndulo: Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada.

Ahora bien, es necesario comprender estos temas centrales desde las particularidades del sistema electoral y de partidos en Estados Unidos, por lo que se abordará brevemente su composición y conformación histórica con el fin de contextualizar el terreno en el que transcurrió la elección del pasado 5 de noviembre.

 

3.       El sistema electoral en Estados Unidos: historia, tradición y particularidades de su funcionamiento

Es ampliamente reconocido el sistema electoral de Estados Unidos en términos de sus particularidades, especialmente por su estructuración por niveles y el establecimiento de la elección indirecta como mecanismo de representación.

La configuración político-administrativa de Estados Unidos establecida en la Constitución de 1787, según lo mencionan Levitsky y Ziblatt (2018), daba paso al primer sistema presidencialista cimentado en la idea de tener “un presidente electo, un presidente que se ajustara a su idea de un gobierno popular republicano que reflejara la voluntad del pueblo” (p. 31). Este reflejo de voluntad sería por medio del Colegio Electoral, como mecanismo para balancear la representación y voz de los estados en el conjunto de la federación, así como evitar la elección popular directa para minimizar el riesgo de elegir demagogos. Preocupación que quedó marcada en las reflexiones que Hamilton planteaba en los papeles El Federalista, en una serie de notas y artículos de circulación pública para dar a conocer su opinión favorable a la nueva constitución:

La historia nos enseña que el primero ha resultado un camino mucho más seguro que el segundo para la introducción del despotismo, y que casi todos los hombres que han derrocado las libertades de las repúblicas empezaron su carrera cortejando servilmente al pueblo: se iniciaron como demagogos y acabaron en tiranos [traducción libre][2] (Hamilton, s. f.)

Así, es posible identificar que la necesidad de establecer caminos y procedimientos que permitieran la participación y, a su vez, promovieran algunos contrapesos o etapas previas de validación tenía como motivación la protección del sistema de la tiranía y de la anarquía (Gargarella, 2000, pp. 177-178).

Mientras que Ramos (2018) adiciona que durante los debates constitucionales sobre los colegios electorales mediaron tres elementos: los artículos de la Confederación y la debilidad que suponía su aplicación en la función de unir y gobernar la confederación; el dominio del republicanismo clásico sobre los padres fundadores y la dificultad para establecer equilibrios entre los estados y sus intereses (p. 125). Estos elementos fundacionales dan sentido y contenido a la configuración del Colegio Electoral al funcionar como un espacio de validación en el que se condensa el voto popular para elegir a las personas que ocuparán la presidencia y la vicepresidencia del país. Además, pondera la participación y representación de los diferentes estados, al asignar una cantidad particular de votos a cada estado.

 

a)      ¿Cómo se conforma el Colegio Electoral?

Este órgano se constituye por personas electas en cada estado para que, en el mes de diciembre del año de la elección, ejerzan su voto en favor del candidato que ganó los votos electorales de su estado y a quienes representan. En la figura 2, es posible encontrar la distribución de votos electorales, que en total suman quinientos treinta y ocho (538) votos.

Figura 2

Votos por estado del Colegio Electoral


Votos por estado del Colegio Electoral

Nota. Tomado de Librería del Congreso. http://hdl.loc.gov/loc.gmd/g3701f.cp000001

De forma que las personas votan en el estado en el que están inscritas en noviembre del año electoral y, finalmente, son las personas que fueron electas en el Colegio Electoral quienes en diciembre de ese mismo año emiten los votos para el candidato por el que fueron seleccionados. Para ganar las elecciones se necesita obtener la mitad de los votos, es decir, doscientos setenta (270) votos, el gran número que los partidos buscan alcanzar durante arduos meses de campaña.

Cada estado es una elección. Todas sucediendo de forma simultánea, con sus propias reglas estatales, con procedimientos específicos de inscripción, votación y validación de votos, así como el mecanismo para contabilizar sus votos en el Colegio Electoral. De manera que en cuarenta y ocho estados la regla es simple “el ganador se lleva todo”, es decir, la persona candidata que obtenga la mayor cantidad de apoyo en las votaciones obtendrá en su cuenta la totalidad de los votos electorales de ese estado. Solamente en los estados de Maine y Nebraska se hace una distribución proporcional de sus votos electorales. Bajo estas reglas, el candidato o candidata que alcance doscientos setenta votos electorales gana la elección.

Esta dinámica expresa una de las grandes particularidades del sistema electoral estadounidense: la búsqueda de balance y proporción en la toma de decisiones deriva en la creación de un sistema que permite ponderar la voz de cada estado sin dar todo el poder a uno u otro. Por lo que parten de la premisa de que por medio del Colegio Electoral se asegura la representación sin dar mayor poder a facciones o grupos que cooptaran los espacios de decisión, situación que quería evitarse de toda forma.

La obsesión de los federalistas era evitar las facciones, definidas como “cierto número de ciudadanos, estén en mayoría o minoría, que actúan movidos por el impulso de una pasión común o por un interés adverso a los derechos de los demás ciudadanos o a los intereses permanentes de la comunidad considerada en su conjunto” (Redondo, 2016. p. 46).

El funcionamiento de los colegios electorales, como bien se ha visto, tiene una razón constitucional y profundamente histórica, al circunscribir su acción a tradiciones que han moldeado y aportado el contenido necesario a las bases de su creación materializadas en la constitución de 1787. Con esto, se da paso a otro de los rasgos particulares del sistema electoral: las votaciones históricas y los apoyos particulares a un partido u otro dan origen a los mencionados estados péndulo. Lo que deriva en una dinámica electoral de alto seguimiento de los estados, por lo que su comportamiento durante las elecciones permea en gran medida las decisiones, estrategias y acciones que los partidos elijan para desarrollar la contienda.

Los estados “péndulo” o “swing states” son territorios en donde la información y datos disponibles no aportan una preferencia contundente de su población hacia un candidato u otro. Es decir, los votos electorales de cada uno de estos estados podrían cambiar entre elecciones. Por lo que en la actualidad, los votos electorales de cada estado se mapean, se proyectan y se especula sobre el comportamiento que ciertos estados tendrán durante el proceso de elección, ya que es el terreno en el cual existen oportunidades de inclinar la balanza.

Esto es particularmente relevante en un sistema que tiende con mucha fuerza al bipartidismo, cimentado, por supuesto, en razones históricas, pero también prácticas: se necesita de una maquinaria administrativa, política y económica lo suficientemente amplia y robusta para atender las cincuenta elecciones simultáneas que se desarrollan dentro del sistema (una por cada estado). Esto deja de manifiesto otra de las características del sistema electoral, pues, a pesar de que no se prohíbe la participación o formación de partidos políticos y su participación en los comicios, la propia estructura estadual y normas federales hacen imperativo contar con una capacidad instalada de gran calado para financiar y hacer frente a las múltiples etapas del proceso: primarias, nominación partidaria, campaña, elección general en cada estado, emisión de votos electorales, certificación de votos en el senado e inauguración del nuevo presidente.

Es llamativo que, como bien lo adelantaba Redondo (2016), en Estados Unidos ha prevalecido el bipartidismo en diferentes periodos históricos, a pesar de buscar continuamente la creación de condiciones que se alejen de esa dualidad y la concentración de poder e intereses en las comentadas facciones o partidos. Con lo cual se sella la tendencia y tradición de este país hacia esta forma de relacionamiento y función de los actores político-electorales.

El sistema estadounidense siempre fue bipartidista, al margen de la denominación, fisonomía, programa, ideario y evolución de los partidos en liza: federalistas y antifederalistas, federalistas y republicano-demócratas, whigs[3] y demócratas, nacional-republicanos y demócratas, republicanos y liberal-republicano-demócratas y, finalmente, republicanos y demócratas (Redondo, 2016, p. 50).

Esta configuración centenaria de tradición y funcionamiento bipartidista también posee sus retos y particularidades. Especialmente en contextos en donde la desconfianza en el proceso electoral y su integridad reflejan un aumento sostenido (el 19% de las personas consultadas no tienen nada de confianza) a lo largo de 20 años de medición.

Figura 3

Confianza de los estadounidenses en la exactitud de las elecciones presidenciales


Confianza de los
estadounidenses en la exactitud de las elecciones presidenciales

Nota. Se mantiene el idioma original de la figura. La línea verde refiere al porcentaje de personas que están muy o algo confiadas; la línea azul representa las respuestas de las personas que no tienen mucha confianza; mientras que la línea punteada final evidencia la posición de quienes no tienen confianza en lo absoluto en la exactitud de los resultados electorales. Tomado de Partisan Split on Election Integrity gets even wider, Saad, L. (2024). https://news.gallup.com/poll/651185/partisan-split-election-integrity-gets-even-wider.aspx

Además, se observa que el 24% de los consultados no tienen mucha confianza en los resultados electorales, enunciado que cobra sentido al recordar que durante las elecciones de 2020 y 2024 existió una insistente narrativa sobre la posibilidad de fraude electoral, importancia de cuidar el voto e incluso preocupaciones sobre la aceptación de los resultados por parte de las personas candidatas y de la ciudadanía.

Saad (2024) reporta que, para septiembre de 2024, las expectativas sobre posibles problemas con las elecciones se relacionaban con personas usando medios ilegales para emitir su voto (47%), la concesión de la elección por parte de la persona candidata perdedora (48%), personas no elegibles en los estados emitiendo sus votos (44%) y dificultad para la emisión de su voto en personas elegibles para votar (34%).

Figura 4

Posibles problemas relacionados con la elección


Posibles problemas
relacionados con la elección

Nota. Se mantiene el idioma original de la figura. Tomado de Partisan Split on Election Integrity gets even wider, Saad, L. (2024).https://news.gallup.com/poll/651185/partisan-split-election-integrity-gets-even-wider.aspx 

Tales preocupaciones encontraron eco en acusaciones de fraude planteadas por el candidato republicano, así como señalamientos realizados por la candidata demócrata sobre el peligro que suponía para la democracia y el sistema estadounidense la no aceptación de resultados e incluso la interferencia en la certificación de elecciones, refiriéndose a los lamentables hechos de 2021 con el asalto al Capitolio.

¿Cómo se mantiene el balance y la estabilidad del sistema ante estas debilidades en la confianza de la ciudadanía? Levitsky y Ziblatt (2018) no titubearon en calificar a los partidos políticos como los guardianes de la democracia, en su capacidad de distanciamiento de opciones políticas extremistas y demagógicas que puedan poner en riesgo la democracia. Por lo que bajo esta premisa se hará un acercamiento al sistema de partidos en Estados Unidos y su respuesta ante una elección atípica.

4.       Un sistema de partidos centenario ante elecciones atípicas

En la sección anterior referíamos la característica del sistema electoral estadounidense como arraigadamente bipartidista. Esta configuración permite que por los últimos 160 años dos partidos mayoritarios sumaran participación en los órganos de representación federales: Presidencia y Congreso.

La literatura de la ciencia política en su vasto estudio de los partidos políticos y sus sistemas ha encontrado una rama de abordaje que sostiene la relevancia de estas instituciones en la estabilidad democrática, en la consolidación de representación y participación política, así como su contribución a la gobernanza. Martínez (2024), en su acercamiento al análisis de los partidos políticos en la “caída” o “fracaso” de presidentes en América Latina, explica que los partidos políticos institucionalizados tienen mayor capacidad para hacer que la persona que ocupa la presidencia responda por sus actos e incluso bloquear cualquier intento de sobrepasar los límites establecidos (p. 11).

Al analizar a los partidos mayoritarios de Estados Unidos, es decir, el Partido Republicano y el Partido Demócrata, se encuentra que estos tienen un alto nivel de institucionalización, pues según los términos de Martínez (2024) cumplen con dos de los tres los aspectos clave de su definición de “institucionalización partidaria” a saber: capacidad organizativa, perspectiva u horizontes de futuro y vínculo con la sociedad civil (pp. 5-9). Por lo que ambos partidos tendrían la competencia de adaptarse a los diferentes contextos como parte de su capacidad organizativa y hacen un balance necesario en su toma de decisiones, pues valoran la existencia del partido a largo plazo.

Lo anterior podría derivar en su función como actor relevante en la estabilidad democrática. No obstante, la dinámica partidaria en Estados Unidos muestra una preminencia de participación y acción en los procesos electorales, con menor visibilidad en la posterior toma de decisiones y ejercicio de cargos públicos. Incluso, las opiniones favorables hacia los partidos de previo a las elecciones no resultan tan contundentes, al encontrar que más del 50% de las personas consultadas tienen opiniones desfavorables de estos (Saad, 2024).

 

 

 

 

 

Figura 5

Opiniones favorables sobre los partidos políticos antes de la elección presidencial de 2024


Opiniones
favorables sobre los partidos políticos antes de la elección presidencial de
2024

Nota. Se mantiene el idioma original de la figura. Tomado de Partisan Split on Election Integrity gets even wider, Saad, L. (2024). https://news.gallup.com/poll/651185/partisan-split-election-integrity-gets-even-wider.aspx

Es oportuno recordar que la construcción del proyecto constitucionalista de Estados Unidos estuvo marcada por una idea central: evitar la concentración de poder/representación en facciones o partidos. Esto, porque se identificaba a estas organizaciones como un vicio del sistema, por lo que se promovió un sistema robusto de equilibrios y controles de instituciones, poderes y territorios; además, sistematizaron los tiempos y periodicidad de los procesos electorales para la renovación de liderazgos (Redondo, 2016, p. 45).

En este contexto, ambos partidos debieron gestionar amplias dificultades durante el proceso electoral. El Partido Republicano se enfrentó a la amenaza de la integridad de su candidato, al ser víctima de dos atentados. Además, debió sostener su estructura organizacional a pesar de existir roces internos frente a la candidatura del expresidente Trump, incluso sorteando los apoyos de figuras republicanas a la candidata demócrata Kamala Harris.

Por su parte, el partido demócrata tuvo una muy accidentada primera parte de su campaña, al recibir constantes cuestionamientos sobre las condiciones de salud y mentales del actual presidente y, en ese momento candidato, Joe Biden. Preocupaciones que se cristalizaron en un lamentable debate entre potenciales candidatos (para ese momento ninguna de las convenciones partidarias había sucedido) que decantó en el cambio de la persona que lideraría la fórmula demócrata para las elecciones.

En medio de este contexto y las preocupaciones económicas, migratorias y de derechos reproductivos que permearon la discusión pública durante la elección, los partidos funcionaron como una estructura capaz de articular las estrategias de las maquinarias electorales de sus candidatos, sin que necesariamente se observe una vocación decidida por ejercer acciones de largo plazo que les permitan contribuir a la estabilidad del gobierno.

Tal elemento que cobra mayor sentido con el análisis de Levitsky y Ziblatt (2018) sobre el papel de los partidos políticos y el sistema de cribado con el que fueron ideados para concluir que hoy no son más que:

caparazones de lo que habían sido en otros tiempos, principalmente por dos motivos. El primero de ellos era el espectacular aumento de financiación externa disponible … el otro factor principal que mermaba el poder de los sistemas de cribado tradicionales era la explosión de los medios de comunicación alternativos, en especial agencias de noticias y redes sociales. (p. 43)

Es decir, existe un reto en la consolidación de una voz articuladora de los partidos frente a las estructuras electorales que asumen un rol protagónico durante los procesos electorales.

 

5.       Conclusiones

El sistema electoral y el de partidos en Estados Unidos tienen fuertes raíces históricas y tradicionales que dan contenido actual a estructuras de elección creadas para equilibrar la participación y representación de todos los integrantes de la federación; lo que ha permitido al país desarrollar procesos de elección periódicos y libres, contribuyendo a la estabilidad democrática.

Sin embargo, en la actualidad se encuentra un reto medular: la generación de confianza en el sistema de elección. Las recientes campañas electorales han instalado preocupaciones fundadas en cuanto al compromiso de las personas candidatas con las reglas democráticas que sustentan la estabilidad política, como el respeto de los resultados, la tolerancia y legitimación entre contendientes y la aplicación de las normas electorales locales durante los actos comiciales.

El sistema de partidos no escapa de una necesaria reflexión sobre su configuración actual, el rol que desempeña dentro del conjunto federal y estadual y su conexión con simpatizantes y potenciales votantes. Así, la vinculación de los partidos políticos mayoritarios con los liderazgos estaduales podría contribuir en la tarea de legitimación y promoción de voces internas que conecten de forma efectiva los principales temas movilizadores del debate con los principios que sustentan su agrupación.

Por ejemplo, en esta elección los tres principales temas que moldearon la campaña electoral parecen dar un mensaje claro: los habitantes de la nación esperan una conexión más directa de sus representantes con los elementos centrales que afectan su bienestar y sus posibilidades de subsistencia. Por lo que saltan las preguntas ¿los partidos políticos mayoritarios en Estados Unidos son capaces de conectar con esas demandas?, ¿tendrían el interés de hacerlo? Las opiniones favorables hacia estas instituciones del sistema electoral dan muestra de la relevancia de repensar nuevos acercamientos de los representantes y la estructura partidaria a las realidades de los estados. Pues, a pesar de ser un sistema concebido bajo lógicas de representatividad y proporcionalidad, resulta innegable la necesidad de construir bases narrativas comunes que promuevan la confianza en la integridad del sistema electoral que marca la pauta de los espacios de representación política diseñados desde su fundación.

 

Referencias

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Levitsky, S. y Ziblatt, D. (2018). Cómo mueren las democracias. Ariel.

Martinez, C. (2024). Why presidents fail: political parties and government survival in Latin America. Stanford University Press.

Ramos, P. F. (2018). El Colegio Electoral y su historia: de los debates constitucionales a las elecciones de 2016. Espacio, Tiempo y Forma, V Serie V Historia Contemporánea, (30). doi: http://dx.doi.org/10.5944/etfv.30.2018 CUBA EN, 121-142.

Redondo, J. (2016). El sistema electoral de los Estados Unidos. Las raíces históricas de la fórmula mayoritaria. Revista Latinoamericana de Política Comparada, 39-55.

Saad, L. (30 de Octubre de 2024). Final election indicators give mixed signals. Gallup. https://news.gallup.com/poll/652850/final-election-indicators-give-mixed-signals.aspx

White House. (4 de junio de 2024). El presidente Biden anuncia nuevas medidas para asegurar la frontera (hoja informativa). https://www.whitehouse.gov/es/prensa/declaraciones-comunicados/2024/06/04/hoja-informativa-el-presidente-biden-anuncia-nuevas-medidas-para-asegurar-la-frontera/

 



* Costarricense, politóloga, elizabeth.munozmarin@ucr.ac.cr. Docente de la Escuela de Ciencias Políticas y coordinadora del Observatorio de los Estados Unidos del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), ambos de la Universidad de Costa Rica. Cuenta con más de 7 años de experiencia en la gestión de soluciones públicas para la atención de conflictos y atención de procesos multidisciplinarios desde los poderes Ejecutivo y Legislativo. Consultora vinculada a proyectos de concreción de alianzas estratégicas, transferencia de conocimiento y análisis de desempeño organizacional. Además, está optando por la Maestría en Gerencia de la Calidad en la Instituto Centroamericano de Administración Pública (ICAP).

[1] Se puede consultar el movimiento histórico en la recopilación de encuestas nacionales que realizó el proyecto “Five thirty eigh”, en donde al 5 de noviembre de 2024 la diferencia era de 1,2 puntos favorable para Kamala Harris. https://projects.fivethirtyeight.com/polls/president-general/2024/national/

[2] History will teach us that the former has been found a much more certain road to the introduction of despotism than the latter, and that of those men who have overturned the liberties of republics, the greatest number have begun their career by paying an obsequious court to the people; commencing demagogues, and ending tyrants”. https://guides.loc.gov/federalist-papers/text-1-10

[3] En política, el término whig es una palabra que procede del escocés gaélico, y su significado quiere decir algo similar cuatrero.