SEGUNDO SEMESTRE 2024 NÚMERO 38 |
ISSN: 1659-2069 |
Aprender a hablar, aprender a escuchar. Esbozo
de la evolución de la comunicación institucional en el Tribunal Supremo de
Elecciones
Gustavo
Román Jacobo*
https://doi.org/10.35242/RDE_2024_38_5
Nota del Consejo Editorial
Recepción: 28 de junio de 2024.
Revisión, corrección y aprobación: 11 de julio de 2024.
Resumen: Describe cómo el proceso
de comunicación del Tribunal Supremo de Elecciones pasa de hacer publicaciones
esporádicas de avisos sobre el proceso electoral o de promoción del voto a convertirse
en un proceso de asesoría estratégica, comunicacional y política para que el
superior, el pleno de magistradas y magistrados adopten sus decisiones
administrativas y jurisdiccionales.
Palabras clave: Comunicación organizacional / Comunicación política
/ Imagen / Toma de decisiones / Organismos electorales.
Abstract: The article
describes how the communication process of the Supreme Electoral Tribunal goes from sporadic publications of notices about the electoral process or the promotion of the vote to become a process of strategic, communicational and political advice, so that the superior, the plenary of magistrates, adopt their administrative and jurisdictional decisions.
Key Words: Organizational communication / Political communication / Image / Decision making / Electoral bodies.
1.
La
comunicación de los organismos electorales y el intangible de la credibilidad
La democracia liberal es el gobierno de la opinión pública. No hay otro sistema
político en el que las percepciones y creencias de las personas sean tan
determinantes. Es, en ese tanto, un sofisticado producto cultural desarrollado
sobre la base de milenios de evolución humana, particularmente de aumento en
nuestras destrezas de comunicación para la cooperación.
Hoy sabemos, gracias a los últimos estudios en otoacústica
evolutiva, la relevancia fundamental que en nuestra evolución ha jugado la
capacidad de escuchar. Si pudimos salir de la selva y luego de las cavernas, y
componer hermosas sinfonías, viajar a la luna, construir sistemas de salud
solidarios y establecer democracias liberales en las que se respete la dignidad
humana, es, en muy buena medida, porque la transmisión de la potencia sonora
permitida por el filtrado acústico de las estructuras óseas de nuestro oído
externo y medio nos da a los humanos un ancho de banda un 43% más grande que el
de los chimpancés.
En el marco de ese sistema político en el que la dimensión
comunicacional es tan importante, a los organismos electorales les corresponde
una función crucial: garantizar el derecho al sufragio de los ciudadanos. De
importancia tan central que Ortega y Gasset afirmó: “La salud de las
democracias, cualesquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero
detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario. Si el
régimen de comicios es acertado, si se ajusta a la realidad, todo va bien”
(2008, pp. 313-314).
Ortega y Gasset acierta, pero también se equivoca. Acierta porque, dados los
principios asumidos de soberanía popular (la fuente legítima del poder político
es la voluntad del pueblo) y de igualdad política (en la base de la
universalidad del sufragio), la razón de ser de los
procesos electorales es producir, mediante un mecanismo de agregación de
voluntades individuales, una decisión colectiva que sustente un gobierno
legítimo. La elección es, así, la interfaz entre las creencias socialmente
compartidas en la soberanía popular y la igualdad política, y la materialidad
efectiva, cotidiana, del poder que rige la vida de la polis.
Lo que se le escapa a Ortega y Gasset, cuando afirma que
si “el régimen de comicios es acertado, si se ajusta a la realidad, todo va
bien”, es que, aparte de que el procedimiento electoral sea correcto, es
menester que sea percibido como correcto. Es decir, que no basta con que, de
hecho, no haya fraude electoral, pues es posible que, a pesar de que la
elección sea limpia según homologados estándares internacionales, no sea
percibida como limpia o justa por un porcentaje significativo de la población
y, en consecuencia, “no todo vaya bien”.
Esa es la razón por la que los organismos electorales, además de ser
solventes técnicamente, necesitan ser creíbles. Esto es, contar con la
confianza de una amplia mayoría de los ciudadanos. Especialmente durante los
procesos electorales, la confianza es imprescindible para la estabilidad
política. Ello debido a lo que Schedler llama “el
problema estructural de credibilidad que se deriva de las limitaciones
estructurales a la transparencia que existen en todo proceso electoral” (2009,
pp. 43-44). Si mediante un panóptico electoral se dotara a la ciudadanía de la
capacidad de estar en todas partes y verlo todo, la necesidad de confiar en las
autoridades electorales desaparecería (al igual que la libertad del sufragio,
que depende de su secrecía). Pero las elecciones nunca pueden ser enteramente
transparentes. Siempre habrá hechos y decisiones que no puedan observarse. Por
más abiertos a la veeduría partidaria, ciudadana e internacional que sean unos
comicios, desde la perspectiva de los actores individuales siempre serán una
gran caja negra. Para aceptar sus resultados, habrá que dar fe al testimonio de
otras personas.
Lo anterior le da a la comunicación institucional de los organismos
electorales una importancia que difícilmente podría exagerarse. Sencillamente,
es decisiva para el éxito o el fracaso de la gestión de una elección. Una
elección mal comunicada es una elección mal gestionada, y una elección mal
gestionada es una herida sangrante para cualquier democracia.
En las páginas que siguen se ensayará un esbozo de la evolución de la
comunicación institucional del Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica
(TSE), órgano creado en la vigente Constitución Política de 1949. El aporte que
se pretende hacer es, primero, el de la recuperación cronológica de los
momentos y actores decisivos de ese desarrollo paulatino y, segundo, la
propuesta de una periodización de ese proceso resultante de una interpretación
sincrónica que asigna sentido a las distintas etapas en que se divide esta
historia.
Una advertencia importante: el primero de los períodos en los que se
divide la evolución histórica bajo consideración, más que un período como tal,
es el reflejo de la extensión de nuestra ignorancia a la hora de redactar este
artículo. No en vano abarca medio siglo, mientras que los otros cuatro juntos
son apenas la mitad de esos años. La razón de esa limitación del presente texto
es la disponibilidad de fuentes. Aunque podría hacerse un estudio de las actas
del TSE y de la cobertura noticiosa sobre la institución en la segunda mitad
del siglo XX, o realizar entrevistas a sus protagonistas aún con vida, para
llenar ese vacío de información, dicho trabajo excedía las posibilidades del
autor en este momento. Por eso estas páginas son solo una primera contribución
a una historia que aún estará a la espera de ser contada, la historia de la
comunicación institucional del TSE.
2.
Periodización
a.
Prehistoria
1949-1999
Como se advirtió en el apartado anterior, más que un período de la
evolución de la comunicación institucional, estos son años de los que se cuenta
con mucha menor información para caracterizarlos. A pesar de ello, hay algunos
aspectos que sí son conocidos y que pueden dar una imagen tentativa de la
comunicación institucional del TSE entonces.
El primer dato relevante es que el TSE no era juez electoral.
Constitucionalmente le correspondía serlo, pero no ejercía. Era solo el
Registro Civil (con una imagen muy independiente del TSE, tanto así que hasta
los gafetes de los empleados eran diferentes) y un TSE solamente organizador de
las elecciones. Y ni en eso lideraba la comunicación, sino que el peso de esta
recaía en los partidos. Era a través de ellos que los ciudadanos se enteraban
del avance del proceso electoral.
Otro actor que suplía la actitud retraída del organismo electoral era la
prensa. Por ejemplo, durante el proceso electoral Rolando Angulo Zeledón,
director de Radio Reloj, transmitía desde el TSE y era a través suyo que el
país conocía los primeros resultados oficiales.
La comunicación llevada adelante por el propio TSE era sencilla. Ejemplo
de comunicación interna era “El Elector”, un esténcil engrapado, distribuido
por la Secretaría General. Para la comunicación externa, aparte de algunos
avisos de rigor que debían publicarse en la prensa escrita,
de conformidad con lo dispuesto en el Código Electoral de 1953, el padrón
electoral debía publicarse impreso en los parques, en las delegaciones
policiales, o en los templos católicos. Para ello se instalaban caballetes de
madera (conocidos como burras y elaborados por los propios artesanos de la institución).
Para las elecciones de 1994, se innovó con “burra móvil”, una casetilla en la
avenida central, a la altura del banco negro, poco más grande que un cubículo
de teléfono público, con una computadora, donde las personas podían consultar,
de 8 a. m. a 4 p. m., su lugar de votación. Tres meses estuvo ahí el actual magistrado
suplente y director del Instituto de Formación y Estudios en Democracia (IFED),
Hugo Picado León.
Por entonces, el vocero que esporádicamente daba declaraciones a la
prensa era Alejandro Bermúdez Mora, secretario general y, a veces, Fernando
Víquez Jiménez, jefe de la Dirección de Planificación Institucional o Ana Hazel
Villar Barrientos, del mismo despacho. Además, si bien el TSE tuvo, a partir de
1997, un sitio web (subproducto de la contratación con la empresa Unisys), era más una tarjeta de presentación en Internet,
sin mayor funcionalidad. La innovación fue presentada de cara a las elecciones
de 1998.
Por cierto, que en esas últimas elecciones del siglo y últimas previas a
la reforma municipal que creó nuevos cargos de elección popular local y separó
los comicios cantonales de los nacionales, ocurrieron dos hechos reveladores de
la importancia creciente de lo comunicacional en los procesos electorales: la
discusión jurídica y política, respecto de la libertad de los medios de
comunicación privados para invitar solo a algunos aspirantes a la presidencia a
los debates que organizaran (la cual se saldó con una intervención de la Sala
Constitucional que hizo inviable para los medios la realización de esos
programas televisivos), y la difusión, el día de la elección, esto es, durante
la veda que lo prohibía, de los resultados de una encuesta por parte de Telenoticias
de Canal 7.
Ambos sucesos, y las consecuencias que se les atribuyeron sin mayor
sustento sobre el resultado final de la elección, pusieron en el centro del
debate cuestiones propias de la ya por entonces llamada “sociedad de la
información”, en la que el fenómeno de mediatización de la política es un
factor determinante de esos procesos sociales. Paralelamente, disminuía la
participación electoral y el bipartidismo comenzaba a resquebrajarse. Los
procesos electorales en Costa Rica nunca volverían a ser iguales y, ante la
mengua del liderazgo sociopolítico de los partidos, el país requería de una
autoridad electoral más protagónica y, por consiguiente, con mayores
capacidades comunicativas.
b.
Fundamentos
sólidos 2000-2006
Al final del siglo XX la Corte Suprema de Justicia tomó dos decisiones
cuya repercusión –fuera esa o no su intención- no ha sido, aún, suficientemente
estudiada: la designación, en diciembre de 1998, de Anabelle León Feoli, como magistrada
electoral. Hasta entonces,
jueza del Tribunal Superior Contencioso, se trataba de la primera mujer
nombrada para integrar de forma propietaria el TSE. Poco después, en abril de
1999, y luego de realizarse por primera vez un concurso para ello, eligen a
Luis Antonio Sobrado González, entonces procurador constitucional, fiscal y
adjunto de la Procuraduría General de la República. Ella con 41 años y él con
37. El impulso renovador de ambos, bajo la presidencia del magistrado Oscar
Fonseca Montoya, supuso una transformación profunda de la institución y, a la
postre, del régimen electoral costarricense.
La percepción que del TSE había en la Corte Suprema de Justicia (CSJ)
era la de una institución muy disminuida, que no asumía sus funciones y que era
excesivamente pasiva. La magistrada León y el magistrado Sobrado le dieron un
giro de 180° a esa situación, a tal punto que hacia finales de la primera
década del siglo el recelo en la CSJ era, por el contrario, que el TSE estaba
asumiendo más funciones de las que le correspondían. Lo hicieron construyendo
una auténtica jurisdicción electoral, pero, aparte de eso, emprendieron una
serie de transformaciones, una de las cuales apuntaba a las capacidades
comunicacionales del TSE.
El primer impulso, en este ámbito, fue de la magistrada León Feoli. No
era comunicadora de profesión, pero rápidamente se percató de que esa era un
área que en el TSE estaba en pañales. Además, le parecía que el principal
vocero debía ser el presidente, porque legalmente es el representante del TSE,
pero Fonseca Montoya era particularmente reacio a interactuar con los medios de
comunicación. La inquietud de León Feoli contó con el respaldo de sus dos
compañeros de tribunal, pero los tres ignoraban qué debía hacerse y cómo debía
hacerse.
Es entonces cuando aparece el nombre de Ana María Jiménez Rodríguez,
pionera de la comunicación institucional del TSE. León Feoli la había conocido
en la Comisión de Rescate de Valores del Poder Judicial, pero ya no estaba ahí,
sino en la Defensoría de los Habitantes. De modo que firman un convenio de
cooperación TSE-Defensoría de los Habitantes (representada por la defensora Sandra
Piszk y el entonces defensor adjunto Max Esquivel),
en virtud del cual, Percy Zamora Ulloa, arquitecto institucional del TSE, le
ayudaría a la defensoría en un proyecto de construcción que tenían, y Jiménez
Rodríguez, directora de Comunicación Institucional de la Defensoría, trabajaría
las tardes de los jueves y viernes por 6 meses en el TSE.
A partir de ese momento, Jiménez Rodríguez empezó a trabajar con una
comisión institucional integrada por Octavio Barrantes, en representación del
Registro Civil; Carmen Lilia Zumbado, de la Coordinación de Programas
Electorales; Francisco Rodríguez, en representación de la Dirección de
Planificación Institucional, y José Enrique Zamora, jefe de la Sección de
Capacitación (a cargo, aparte de las labores de capacitación del personal, de
algunas elementales de divulgación externa). Concluyeron con un diagnóstico que
señalaba hondas falencias en la comunicación institucional y evidenciaba la
percepción generalizada entre los costarricenses de que en el TSE solo se
trabajaba cada 4 años.
Los magistrados y la magistrada dan pasos firmes: en la sesión 27-2000
del 4 de abril de 2000 crean la Oficina de Comunicación y Relaciones Públicas,
y en la sesión 60-2000 del 3 de agosto de 2000, tras el primer concurso externo
para el nombramiento de un funcionario electoral (en el que participan 29
personas) nombran a Jiménez Rodríguez. Son esos dos primeros aciertos
institucionales: se define que la nueva oficina será de apoyo directo al TSE,
no dependiente, como algún sector interno quería, de la Dirección de
Planificación Institucional. Y se escoge para la jefatura a una relacionista
pública, no a una periodista (que era lo usual en la época), a pesar de las
enormes diferencias entre un gabinete de comunicación y una sala de redacción.
Como personal de apoyo, se trasladan bajo su jefatura a Javier Matamoros
Guevara y a Raymond Escalante Flores, hasta entonces empleados de la Sección de
Capacitación. También, Alfredo Traña, funcionario del
Registro Civil quien, además de tener talento para la fotografía, sabía
utilizar una de las primeras versiones de CorelDraw, aplicación informática de
diseño gráfico vectorial con el que se hicieron los primeros diseños en el TSE.
La secretaria era Johanna Barrientos Fallas, hoy filóloga del IFED. Esa primera
Oficina de Comunicación y Relaciones Públicas se ubicó en el quinto piso,
frente a la actual Dirección Ejecutiva y la mencionada comisión la continuó
acompañando durante su primer año de funcionamiento.
Jiménez Rodríguez emprende varios proyectos que hoy cimientan la imagen
del TSE. Advierte la necesidad de una identidad gráfica uniformada y de un logo
que identificara al TSE. Con resistencia interna, convence al superior de que
se elimine a “Huellita”, dos caricaturas, una masculina con corbatín y la otra
femenina con colitas, que se habían creado y utilizado sin sustento
comunicacional. Para el diseño del logotipo se contrata a una empresa
(Comunicación Corporativa, de Edgar Mata y Carmen Mayela Fallas) que, en el
diseño final, incorpora el aporte de un funcionario, Isidro Vargas Montero. Esa
empresa también elaboró el manual de marca.
También se necesitaba un slogan o lema que expresara la esencia
del TSE. En aquel tiempo se utilizaba principalmente “al servicio de los
ciudadanos”, que tenía dos defectos: no era diferenciador respecto de cualquier
otra institución pública y, si se consideran, por ejemplo, los procesos de
naturalización, no es exacto afirmar que el servicio que se prestaba era solo
para los ciudadanos. Así, acaba definiéndose el slogan “Pilar de la democracia”,
que ya en el pasado se había utilizado.
Jiménez Rodríguez empieza, también, a dar capacitaciones en vocería para
distintos funcionarios electorales, enfatizando en cómo posicionar mensajes en
sus declaraciones y no solo ofrecer la información requerida por el
entrevistador. Impulsa las primeras reuniones y capacitaciones para la prensa.
Acompaña comunicacionalmente la apertura de las primeras oficinas regionales. Y
sienta las bases de una incipiente comunicación interna, para evitar la
confusión del “radio pasillo”, en palabras de León Feoli.
No todo es miel sobre hojuelas. El proceso de formalización de la
comunicación institucional en el TSE fue acompañado de la atribución a sus
responsables de tareas ajenas a los ámbitos profesionales que les son propias.
Por ejemplo, contra el criterio de Jiménez Rodríguez, les hacen custodiar
vajillas, cristalería y mantelería, reflejo de una conceptualización de la
comunicación institucional como la encargada operativa de las actividades
sociales; o les entregan el archivo fotográfico de la institución, hoy en manos
del Centro de Documentación, como es lógico. Algo similar ocurre con los
puestos de información, hasta entonces responsabilidad del Registro Civil, y
que debió asumir la Oficina de Comunicación por 9 años, pero en este caso sí no
es claro que haya sido esta una función ajena a un gabinete de comunicación
institucional.
Al mismo tiempo, de forma paulatina, el equipo empieza a crecer. En
octubre del 2000 llega quien hoy administra las entonces inexistentes redes
sociales, Alejandra Ocampo Rodríguez, aún estudiante, como meritoria. En
diciembre del mismo año, se incorpora la publicista Laura Serrano Echeverría,
primer refuerzo profesional de la oficina original.
En abril de 2001 León Feoli es electa por la Asamblea Legislativa magistrada
de la Sala Primera, pero Sobrado González mantiene e intensifica el impulso
transformador del TSE. También en lo comunicacional. Ejemplo de ello es su
recuperación del sitio web institucional, como herramienta comunicacional, llenándola
de contenido (sobre todo de normativa y jurisprudencia) y perfilándola como la
amplia ventana de servicios institucionales que hoy es. Heterodoxamente, el
sitio no era administrado desde la Oficina de Comunicación y Relaciones
Públicas, sino desde la Secretaría General, por Bermúdez Mora con el apoyo,
como webmaster, de Vladimir Alpízar Alvarado.
Muestra de lo personal que era para Sobrado González el impulso de ese
producto, es que el primer buscador del sitio es pagado por él con su propia
tarjeta de crédito.
El año 2002 fue
importante por tres razones: sería la primera vez en que se celebrarían
elecciones nacionales y municipales independientes (estas últimas en
diciembre), el resultado de los comicios nacionales obligó a que, por primera
vez en nuestra historia, se debiera celebrar una segunda ronda electoral; y
eventos climatológicos obligaron a posponer las elecciones municipales en
varios cantones de la costa atlántica. Aparte de la atención de prensa que esas
novedades conllevaron, el TSE desplegó dos acciones comunicacionales inéditas:
primero, se contrató a Rogelio Vázquez para la producción de un himno
institucional y su videoclip. El compositor fue el músico Carlos Guzmán
Bermúdez. Además, con el mismo señor Vásquez, se hicieron spots con
indígenas, niños y gente de teatro sobre cómo votar. Para uno de ellos,
incluso, se contó con la señora Bernarda Vásquez Méndez, primera costarricense
que ejerció el derecho al sufragio. Estos productos no salieron en pauta pagada
porque no había presupuesto para ello, de modo que solo se distribuyeron en
discos compactos para que los medios que voluntariamente así lo decidieran los
programaran.
El fortalecimiento del equipo tiene un nuevo impulso en 2003, con los
primeros profesionales en periodismo contratados. Cedric Solano Ibarra, en la
sesión ordinaria 13-2003 del 23 de enero de 2003, y Giannina Aguilar Sandí, en
la sesión ordinaria 39-2003 del 27 de marzo de 2003). Ese mismo año, llega
también Elissette Saborío Corrales. Su nombramiento es como secretaria, pero
empieza a hacer los primeros trabajos de diseño gráfico.
Los años 2004 y 2005 fueron particularmente difíciles para el TSE,
debido al cuestionamiento de un contrato suscrito por la institución en 1997
con la empresa Unisys para la compra de equipos y
programas informáticos, así como para la modernización del sistema integrado de
cédulas de identidad. Los conflictos internos que esa situación propició,
incluso en el seno del propio pleno propietario del TSE, fueron ventilados en
la prensa nacional, lo que lesionó la imagen del TSE. Las fuentes testimoniales
coinciden con lo que puede apreciarse en la cobertura de prensa de la época: no
hubo asesoría estratégica en comunicación ni gestión de crisis por parte de la
Oficina de Comunicación y Relaciones Públicas, despacho al que, por cierto, en
junio de 2004 se agregó la función de protocolo a la de comunicación, por lo
que pasó a llamarse “Oficina de Comunicación y Protocolo”. Además, fueron
sustituidos los nombres de “Comunicación Interna” por “Comunicación
Organizacional” y el de “Asuntos Especiales” por “Protocolo y Ceremonial”.
En 2005 la ahora llamada Oficina de Comunicación y Relaciones Públicas
suma a Alex González González, diseñador profesional
proveniente de la Imprenta Nacional, donde ya se encargaba de trabajar las
papeletas para las elecciones. Además, de cara a las elecciones de 2006,
Jiménez Rodríguez promueve los primeros desayunos con los directores de medios,
una práctica saludable que, con variantes, se ha mantenido durante los
siguientes procesos electorales. Adicionalmente, recomienda contratar una
agencia de publicidad para elaborar la primera campaña publicitaria de
información y motivación al voto del TSE, con presupuesto para pautarla,
acierto que, sin embargo, tuvo una ejecución muy mejorable, pues adoptó un lema
y una identidad visual agresivos y cuestionablemente democráticos: rostros con
el dedo índice en la boca que exhortaban al silencio, con la leyenda “Si deja
que otros elijan por usted, luego no se queje”.
La elección presidencial del 2006 arrojó un resultado estrecho entre las
dos nóminas más votadas, lo cual, como es usual, propició una conflictividad
poselectoral significativa. Aparte de declaraciones destempladas de algunos
líderes políticos, el Partido Acción Ciudadana formuló centenares de demandas
de nulidad contra los resultados. La presión contra el TSE fue aumentando, y
los esfuerzos comunicacionales de su presidente Fonseca Montoya tropezaron en
descuidos elementales de gestión de este tipo de situaciones, como son la
selección de los escenarios y del lenguaje. Por ejemplo, el presidente salía a
dar sus declaraciones a la prensa en las afueras del salón de escrutinio,
rodeado de fiscales partidarios que, en alguna ocasión, entrabaron discusiones
con él ante las cámaras. También fueron objeto de crítica formulaciones
discursivas como calificar los hechos denunciados como “anomalías normales” o
decir que el TSE estaba avanzando en el proceso de escrutinio “a brincos y a
saltos”.
El clímax de la crisis ocurrió el 21 de febrero y fue, casualmente, el
momento en el que el TSE empezó a remontar la situación comunicacionalmente.
Cerca de las 4 p. m., la institución se enteró informalmente de que en la noche
se divulgaría en cadena nacional un mensaje del candidato Ottón
Solís Fallas que acusaría graves irregularidades en la elección. Ante ello, el magistrado
Sobrado González plantea al pleno que es imperioso salir a los medios a
contestar porque, en sus palabras, existe “el riesgo de que la elección se nos
vaya de las manos”. El presidente Fonseca disentía, no solo por su natural
renuencia a tener contacto con los medios, sino, además, por su convicción de
juez tradicional según la cual “las sentencias se explican por sí mismas”.
Finalmente, el pleno respalda la tesis de Sobrado González, pero Fonseca
Montoya le pide que salga él en su lugar. Menos de una hora después de emitida
la cadena de Solís Fallas, Sobrado González sale a los medios con un mensaje
contundente: deja claro que el TSE está a cargo del proceso y lo dirigirá hasta
su finalización, desvirtúa con datos precisos las afirmaciones e insinuaciones
de Solís Fallas, y llama a los costarricenses a la calma. Ese acontecimiento
marca un hito en la historia de la comunicación institucional del TSE, no por
su ejecución, que fue correcta, sino por la lucidez que animó esa intervención:
el TSE entendió que velar por la paz social de Costa Rica era parte de su
responsabilidad como árbitro del proceso electoral y que, en ese momento, esta
dependía no solo de la pulcritud técnica con que se realizara el escrutinio,
sino, también, de que lograran convencer de ello a la opinión pública, a través
de los medios de comunicación.
c.
Del
rol ejecutor al rol asesor 2007-2014
Tras esa fuerte experiencia del 2006 y de cara a la eventualidad de
tener que organizar el primer referéndum de su historia, el TSE solicita a la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) un estudio cualitativo
que considerara las percepciones de algunos actores sociales sobre el organismo
electoral y produjera un diagnóstico de su posicionamiento en la sociedad
costarricense. Entre las recomendaciones del estudio, dirigido por el sociólogo
Carlos Sojo, está la “sentida necesidad” de que el TSE se provea de una
asesoría permanente en estrategia y comunicación política, que supere la usual
reactividad de los despachos de comunicación institucionales, relegados,
comúnmente, al rol de ejecutores de instrucciones de comunicación decididas por
los jerarcas.
Así, en la sesión 16-2007 del 13 de febrero de 2007, se crea la Asesoría de
la Gestión Político-Institucional, con la función de asesorar
al superior en la definición de acciones que orientaran la gestión
institucional en su relacionamiento político externo. También se le asignó el
“desarrollo y sostenimiento de la comunicación política institucional”. Una
semana después, en la sesión 19-2007 del 20 de febrero (con rige a partir del 16 de abril), el TSE nombra al frente de esa
instancia asesora en el ámbito político a Javier Vega Garrido, entonces proveedor
institucional y refuerza sus funciones con personal de apoyo, tanto profesional
como secretarial.
La creación de esta asesoría política (como de manera simplificada acabó
siendo conocida) fue un acierto, en la medida que supuso el reconocimiento de
que el TSE se asumía, en adelante, como un actor político en la sociedad
costarricense, cuyas decisiones, en consecuencia, debían ponderarse también
políticamente, que requería, además, de una escucha atenta y una lectura
inteligente de su entorno, y que necesitaba, por último, comunicarse con
criterio estratégico. Lo que no es claro y, en retrospectiva, resulta
desacertado, fue que esa instancia se creara al margen de la ya existente
Oficina de Comunicación y Protocolo, donde, por naturaleza, le correspondía
desarrollarse.
En cualquier caso, el paso adelante fue mayor. La magistratura electoral
explicitó, por primera vez, que para comunicarse recurriría no solo a profesionales
que ejecutaran sus requerimientos, sino a una asesoría para que le recomendase
cómo hacerlo de manera estratégica. Aún más, que dicha asesoría lo sería no
solo respecto de cómo comunicar, sino, también, de qué decidir en distintas
circunstancias.
La gestión de Vega Garrido duró menos de tres años, porque en la sesión
6-2010 del 19 de enero de 2010, fue nombrado contralor electoral. Un aporte
relevante durante ese periodo fue la recomendación (implementada desde el año
2008 y hasta la fecha) de que la institución elaborara un informe anual de
rendición de cuentas y evaluación de su gestión, entonces a cargo de la
Secretaría General y hoy del IFED. Otro fue la propuesta, en la sesión 115-2009
del 12 noviembre de 2009, de crear una página institucional en la red social
digital Facebook, en Twitter y una cuenta del TSE en YouTube, para ser
administradas por la Oficina de Comunicación y Protocolo. Vega Garrido propuso
el uso de estos “medios alternativos de comunicación política” y, con ello,
propició que el organismo electoral costarricense fuera el primero de la región
en incursionar en la web 2.0.
Tras el nombramiento de Vega Garrido en la Contraloría Electoral, Hugo
Picado León, entonces letrado, asumió algunas de las tareas del cargo sin que
fuera formalmente designado en este. Lo hizo de finales de enero al mes de
junio, de modo que acompañó a la Oficina de Comunicación y Protocolo, y a la
empresa CAC Porter Novelli en la gestión
comunicacional de las elecciones presidenciales de febrero de 2010. Cabe
destacar que esa fue la primera ocasión en la que el TSE contrató, de cara a
una elección, no solo la realización de una campaña publicitaria, sino también
la asesoría en comunicación estratégica de una consultora privada.
Con el inicio de operaciones del IFED (creado por el Código Electoral
aprobado a finales de 2009), Picado León fue nombrado su director general. Por
ello, en la sesión 55-2010, del 24 de junio de 2010, el TSE nombra a Gustavo
Román Jacobo como asesor de la Gestión Político-Institucional, aunque ya sin el
personal de apoyo que el cargo había tenido bajo la titularidad de Vega
Garrido. Román Jacobo tenía entonces menos de cinco años de laborar en la
institución y se desempeñaba como letrado. Los retos inmediatos eran, aparte de
las elecciones municipales de diciembre de ese año, un referéndum ya avalado
por el TSE sobre unión civil de personas del mismo sexo, que se realizaría de
forma concurrente con los comicios municipales.
En el tema del referéndum el TSE enfrentó una significativa oposición
tanto de las organizaciones de la comunidad LGTBI+ (la iniciativa era de grupos
religiosos conservadores que pretendían vencer en las urnas lo que temían que
se pudiera aprobar en el Congreso) como de la Defensoría de los Habitantes e,
incluso, del periódico La Nación. La defensa del TSE fue sólida en sus razones
y la participación de Román Jacobo al respecto no se limitó a los medios, sino
que incluyó su colaboración en la respuesta institucional a la audiencia que la
Sala Constitucional concedió de previo a resolver un recurso de amparo
planteado por quienes se oponían a que se realizara la consulta. También se
involucró en la interlocución con grupos de la comunidad LGTBI+, con lo cual
quedó superado, palmariamente, el viejo modelo de la comunicación institucional
meramente ejecutora.
La sentencia se dio en agosto y fue un golpe muy duro contra el TSE que
marcó, además, un cambio de tendencia en la jurisprudencia constitucional
respecto de la autonomía que se le reconocía en materia electoral. Aunque
internamente se discrepara de lo resuelto por la Sala Constitucional, la
reacción político-comunicacional fue, en retrospectiva, la correcta: encajar el
golpe, afrontarlo con gallardía ante la prensa (como hizo el ya presidente del
TSE Sobrado González), y pasar página para concentrarse en la celebración de
las elecciones municipales de diciembre.
En lo cotidiano el trabajo de colaboración fue armonioso y fructífero
entre cuatro actores: la Oficina de Comunicación y Protocolo, el asesor político,
la empresa CAC Porter Novelli (cuya contratación lo
fue por los dos procesos electorales del año), y la Fundación Konrad Adenauer,
especialmente en el campo del planeamiento estratégico y de la formación de
vocerías. El enorme bagaje de los consultores Luis Gabriel Castro y Jorge Dell’Oro Trigo y su sabio acompañamiento a Román Jacobo y a
Jiménez Rodríguez y sus colaboradores fueron claves en el salto cualitativo que
dio la comunicación del TSE.
Ahora bien, como en todo proceso de maduración, hay crecimiento, pero
también errores. Una adolescencia con muchas hormonas, pero también algo de
desorientación. De lo primero es ejemplo la firme apuesta formativa que hace la
institución con Román Jacobo. En la sesión 107-2010 del 16 de noviembre de
2010, en atención a un “alto interés institucional” se le concede una beca para
cursar una maestría y un doctorado en comunicación política. Una decisión que
debe ponerse en contexto: el nuevo TSE que empezó a construirse con el nuevo
siglo y que consolidó su proceso de transformación con la aprobación del Código
Electoral de 2009, adoptaba como propia la función de formación en democracia,
con la creación del IFED; desarrollaba una auténtica jurisdicción electoral y
se posicionaba como actor político protagónico en la sociedad costarricense. No
es casual, a la luz de esa mutación, que las becas concedidas entre el año 2003
y el 2017 a funcionarios relativamente jóvenes fueran en ciencias políticas,
pensando en el IFED; en ciencias jurídicas, pensando en el equipo de letrados,
y en ciencias de la comunicación.
De lo segundo, de la desorientación y los errores, es ejemplo la
desmembración de la Oficina de Comunicación y Protocolo. En la sesión 36-2011
del 13 de abril de 2011, el TSE trasladó las actividades de prensa y de
protocolo, que hasta entonces, como es obvio, formaban
parte de la Oficina de Comunicación y Protocolo, a la Secretaría General del
TSE, y creó bajo la dependencia de esta (que ya administraba el sitio web) la
nueva Unidad de Prensa y Protocolo. Si bien la decisión se tomó con base en un
estudio administrativo realizado por la Dirección Ejecutiva, la solución no fue
la mejor. Grosso modo se identificó una debilidad en la atención de la prensa
que se atribuyó a la demora en los procesos de atención a esta debido a la
mediación, entre los periodistas del TSE y la Presidencia, de la jefatura de la
Oficina de Comunicación y Protocolo. Al ubicar esa función bajo la Secretaría
del TSE (como también desacertadamente se puso años después a todo el departamento,
revirtiendo la sabia decisión original del año 2000 de que la función de
comunicación fuera de apoyo directo al TSE), se quiso que esa relación prensa-Presidencia
fuera más fluida. Un mes después, en la sesión 43-2011 del 10 de mayo de 2011,
el TSE dotó al IFED de una profesional en comunicación, María José Alvarado
Aguilar, para colaborar en la atención de los públicos diversos a los que
dirige su labor. Aunque se satisfacía una necesidad de proyección del IFED, se
continuaba en la ruta de la balcanización de la comunicación institucional.
En octubre de 2011 Román Jacobo inició su permiso de estudios y sus
labores se distribuyeron, momentáneamente, entre Giannina Aguilar Sandí, de la
Unidad de Prensa y Protocolo; Mariela Castro Ávila, del IFED y Andrei
Cambronero Torres, asistente de la Presidencia del TSE. Para diciembre de ese
año, el cargo de asesor político fue formalmente asumido por el hoy secretario académico
del IFED y magistrado suplente Luis Diego Brenes Villalobos, quien acababa de
regresar al país tras concluir su doctorado.
Para paliar los efectos de la fragmentación generada, el TSE, en la
sesión 108-2011 del 22 de noviembre de 2011, crea el Consejo Estratégico de
Comunicación (CEC). Adscrito al TSE, se le da la responsabilidad de “diseñar y
orientar un sistema de comunicación institucional que, con enfoque estratégico
e integrador, apoye la gestión y la proyección institucional a la ciudadanía,
así como su articulación funcional a lo interno del Tribunal”. Nace del
diagnóstico y propuesta de otra consultora provista al TSE por la Fundación
Konrad Adenauer, María Teresa Peña Borrero y, en tanto designa al asesor político
como el responsable de presidir el CEC; es la primera vez que, de forma
explícita, el TSE vincula organizacionalmente la función asesora en
comunicación política incorporada en 2007, con la oficina de comunicación
creada en el 2000.
Bajo el liderazgo de Brenes Villalobos prosigue la evolución de la
comunicación institucional. A ello contribuyó la conciencia adquirida durante
la elaboración de su tesis doctoral, “El rol político del juez electoral”, de
la importancia que para el nuevo TSE tenía el ser más receptivo a las
precepciones, necesidades y críticas del entorno, así como ser capaz de
comunicarse de manera solvente con los distintos actores y sectores de la
sociedad costarricense. Durante los casi dos años al frente del CEC logró que
en el Programa Estratégico Institucional la comunicación fuera un eje central.
Se actualizó el manual de crisis. Hubo un fuerte impulso a la capacitación en
materia electoral para las salas de redacción de los principales medios de
comunicación en sus propias instalaciones. La formación de vocerías con apoyo
de la Fundación Konrad Adenauer se focalizó en funcionarios y en la materia
registral civil, de las que entonces se carecía. Se crearon puentes de
coordinación entre las páginas de Facebook del IFED y del TSE, que tenía muy
poca actividad. Se desarrolló una campaña agresiva a favor de la inscripción de
nuevos electores de cara a los comicios de 2014, y se hizo un esfuerzo por
vincular el trabajo en comunicación con el de la Contraloría de Servicios. Por
último, se aprobó el “Reglamento para la regulación del tiempo efectivo que los
medios radiofónicos y televisivos cederán de forma gratuita al TSE durante los
procesos electorales” que, desde entonces, le ha permitido al TSE desarrollar
campañas publicitarias de amplio alcance en radio y televisión abierta.
En octubre de 2013, con la convocatoria a las elecciones presidenciales
de 2014, Román Jacobo asumió nuevamente el cargo de asesor político. Se
contrata otra vez a la empresa CAC Porter Novelli. La
elección presentaba desafíos particulares. Durante el gobierno de la presidenta
Laura Chinchilla Miranda, cuyo partido llegaba a los ocho años seguidos en el
poder, el país había alcanzado los mayores niveles de protesta social de su
historia moderna. El malestar estaba muy extendido entre los costarricenses.
Serían, además, las primeras elecciones en las que no se elegirían,
concurrentemente con la papeleta presidencial y la diputadil,
las regidurías, cuyos candidatos solían alentar la votación en cada cantón.
Todo lo anterior permitía prever un aumento en la abstención y volvió
más evidente algo que hasta entonces había pasado desapercibido: que, en el
país, desde 1998, se había instalado un discurso de acuerdo con el cual el
éxito o el fracaso de una elección se medía por el porcentaje de participación
y que eso era una trampa para el propio TSE, porque hacía depender la
valoración de su trabajo de un factor sobre el que no tenía control y que, a la
luz de investigaciones politológicas rigurosas, era previsible que continuara
deteriorándose. Una trampa, además, que el propio TSE ayudaba a crear, por
centrar su comunicación electoral, obsesivamente, en la motivación de la
participación.
El discurso del TSE cambia radicalmente de cara a esos comicios. Por
supuesto, se sigue motivando a los costarricenses a votar, pero el acento se
pone en otros valores democráticos, como el del voto informado (giro
favorecido, además, por el desarrollo del proyecto “Votante Informado” del
IFED). Se advierte que el enojo, como emoción, no es bueno ni malo, sino que
depende de cómo se canalice y que las urnas libres que garantiza el TSE son una
forma de expresarlo de manera cívica. Se reinterpreta el cambio notable en las
campañas electorales costarricenses, que pasaron de ser festivas y pletóricas
de símbolos externos, a ser más frías, ácidas y de exigencia de respuestas a
los candidatos. La lectura que promueve el TSE es que no debe verse en ello,
necesariamente, un languidecimiento del fervor democrático costarricense, sino
una expresión de su madurez crítica. Se subraya, por último, que la misión
esencial del organismo electoral es escuchar respetuosamente al electorado,
“incluso a aquellos que hablan con su silencio”.
En medio proceso electoral, el TSE, en la sesión 111-2013 del 5 de
diciembre de 2013, conoció un nuevo estudio de la Dirección Ejecutiva, con base
en el cual asignó labores directivas y de asesoría al CEC y aprobó su reglamento
de funcionamiento. Además, a consecuencia de esa institucionalización del CEC,
que refleja la creciente especialización y autonomía que quería darse a los
equipos a cargo de las distintas tareas organizacionales relacionadas con la
comunicación, ordena valorar la continuidad de algunos programas electorales.
El proceso electoral estuvo lleno de desafíos que demandaron respuesta
comunicacional. Tras los resultados que forzaron la necesidad de acudir, por
segunda ocasión en la historia del país, a una segunda ronda electoral, uno de
los dos candidatos, Johnny Araya Monge, anunció su retiro de la campaña, lo que
creó una situación inédita y confusa que debió explicarse ratificando el
liderazgo del TSE al frente del proceso. Luego, el 10 de marzo, el Diario Extra
tituló en su portada “Posible
fraude electoral” y, con ello, inició una serie de publicaciones de varios días
sobre el tema, las cuales exageraron los hechos, como es propio del género
sensacionalista que entonces caracterizaba al medio, pero, también distorsionaron
las declaraciones de los funcionarios electorales e, incluso, produjeron noticias
falsas. El titular en sí era una exageración porque, debido al procedimiento de
votación dispuesto y a los requisitos de validez del voto, que previo a la
elección circularan papeletas válidas para votar entre los ciudadanos (algo
usual en muchos países) no amenazaba la pureza del sufragio. Pero el cuerpo de la
noticia, además, contenía falsedades, como la afirmación de que “alguien
sacó tulas o sacos con material electoral” del lugar donde se estaban
imprimiendo las papeletas.
Lo que realmente ocurrió
(pero pudo dilucidarse hasta varios días después) es que un oficial de
seguridad, cuyo contrato con el TSE estaba por concluir, sustrajo solamente dos
papeletas que, por defectos en el proceso de impresión, habían sido apartadas para
proceder a su destrucción, conforme al protocolo dispuesto para ello. Este
oficial, altamente endeudado, incluso con sus compañeros de trabajo, compartía
gimnasio con un mercenario habitual de las cloacas políticas del país, que le
pagó 50.000 colones por los documentos, para luego ofrecérselos a diversos
medios de comunicación que quisieran rentabilizarlos con mal periodismo. Pese
a que el periódico, entonces dirigido por Iary Gómez
Quesada, recibió las papeletas el sábado 8, no solicitó ninguna entrevista con
funcionarios del TSE para corroborar la autenticidad de los documentos previo a
la publicación, ni para solicitar su posición al respecto. En suma, se trató de
una vulneración de la excepcional cadena de custodia del material electoral que
se aplica en Costa Rica, pero no de una filtración masiva, como se sugirió, ni,
mucho menos, de un hecho que posibilitara la comisión de un fraude electoral.
Si bien la primera
reacción comunicacional del TSE fue desacertada (convocar a una conferencia de
prensa el propio 10 de marzo, sin tener suficientemente claros los hechos,
descuidar el uso de los términos en ella y especular ante los medios sobre la
naturaleza de lo que Diario Extra decía tener en su poder), cuando se empezaron
a atender las recomendaciones del equipo de comunicación del TSE y de CAC
Porter Novelli, la situación empezó a revertirse. Al
ataque de Diario Extra se sumaron otros actores, como el sindicato de la
Imprenta Nacional que había perdido la licitación para producir las papeletas,
políticos con viejas rencillas contra la institución y hasta medios de
comunicación que resentían un trato de favor del TSE al principal telediario
del país, en el que compareció en exclusiva Sobrado González el día que Araya
Monge anunció que se retiraría de la campaña electoral. Pero la eficaz reacción
de los encargados de seguridad del TSE para clarificar lo ocurrido, la reacción
de la magistratura reforzando los controles para recuperar la confianza de los
actores honestamente preocupados por la pureza de la elección y, como dijo el
propio magistrado Sobrado González en una conferencia de prensa, el intenso
trabajo de comunicación institucional, recondujeron la situación y los
costarricenses fueron a votar en la segunda ronda con absoluta normalidad y sin
dudas sobre las garantías de su voto.
Concluido el proceso electoral, Román Jacobo retomó sus estudios y el
TSE, en la sesión 47-2014 del 22 de abril de 2014, nombró a María José Alvarado
Aguilar como asesora política. Para sustituirla en la comunicación del IFED, se
nombró a Adriana Viales Peraza en la sesión 65-2014 del 12 de junio de 2014.
Poco después Viales Peraza renunció y fue sustituida por Jazmín Granados Leal
en la sesión 103-2014 del 23 de septiembre de 2014.
Apenas una semana después del nombramiento de Alvarado Aguilar, en la
sesión 50-2014 del 29 de abril de 2014, el TSE aprueba las recomendaciones de
un estudio de la Dirección Ejecutiva sobre las unidades administrativas de la
Secretaría General. Con ello, se cambia el nombre de la Unidad de Prensa y
Protocolo a Unidad de Relaciones Públicas, lo cual es irrelevante, pero,
además, en continuidad con la línea errática de balcanización de la
comunicación, se traslada la atención de las redes sociales de la Oficina de
Comunicación a la Secretaría General.
d.
Proceso
hacia la integración 2015-2021
A diferencia de los anteriores funcionarios a cargo de las tareas de
asesoría política (Vega Garrido, Picado León, Román Jacobo y Brenes
Villalobos), Alvarado Aguilar tenía una formación de base en ciencias de la
comunicación. Eso se reflejó en el desarrollo de su trabajo (más ortodoxo en
punto al seguimiento de planes de comunicación) y en el impulso integrador que
aportó para revertir la negativa tendencia a la balcanización en que se había
caído.
Así, Alvarado Aguilar promueve dos diagnósticos de la comunicación en la
institución. Uno, con la consultora Heidy Arce
Quesada, que realizó el trabajo ad honorem, sobre la comunicación
externa del TSE. Sobre la comunicación interna, el apoyo vino de “La Estación”,
agencia estudiantil de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de
la Universidad de Costa Rica. A partir de ahí, en el seno del Consejo
Estratégico de Comunicación se elaboró el primer plan general de comunicación,
que establecía las líneas de discurso sobre los procesos de comunicación
institucional. Además, se desarrolló una matriz de posicionamiento de mensajes
clave, que constantemente se actualizaba, para todas las vocerías, y se
reestructuró el programa radiofónico “La voz del TSE” que pasó a llamarse “ConecTSE” (nombre resultado de un concurso interno, con
preselección de las propuestas por el CEC y votación final de usuarios en
redes). El programa, de forma permanente y no solo de cara a comicios, estuvo
al aire de 2015 a 2020, cuando la pandemia obligó a suspenderlo.
El paso decisivo hacia la integración, lo da el TSE en la sesión
ordinaria 25-2015 del 17 de marzo de 2015. Acoge las recomendaciones de un
nuevo estudio de la Dirección Ejecutiva y crea el Departamento de Comunicación
y Relaciones Públicas. En este reúne a la Oficina de Comunicación y a la Unidad
de Relaciones Públicas (gestión de redes sociales incluida) y al webmaster, que estaban en la Secretaría General, así
como la función de comunicación del IFED, que pasa a ser parte del nuevo departamento.
Una reestructuración positiva, pero con dos defectos: a ese departamento se
vincula, expresamente, pero como agente externo, el cargo de la asesoría política
en un rol que si bien en lo sustantivo era de “jefatura” sobre la jefatura del departamento,
no lo era formalmente, sino que esta se le confió a la Secretaría General del
TSE (entonces a cargo de Erick Guzmán Vargas), lo cual no solo revirtió la
feliz decisión del año 2000 de establecer al equipo de comunicación como de
apoyo directo al TSE, sino que, además, creó una inconveniente estructura
bicéfala o incluso tricéfala al frente de ese equipo.
En la jefatura del departamento fue nombrado Randall Cordero Sandí
(sesión 55-2015 del 30 de junio del 2015), quien había sido periodista en La
Nación y El Financiero. Bajo el liderazgo de Alvarado Aguilar y Cordero Sandí,
hay un impulso a la transparencia y los principios del Estado abierto en el
TSE, con acentuado impacto sobre el sitio web. Juntos y con Jiménez Rodríguez,
gestionan la comunicación institucional durante las elecciones municipales de
febrero de 2016, las primeras de la historia a mitad de cuatrienio presidencial
y legislativo, y con la elección de todos los cargos locales de manera
concurrente.
En octubre de 2016 regresó Román Jacobo a la Asesoría Política. En
febrero de 2017 renunció Cordero Sandí (sesión 15-2017 del 14 de febrero del
2017). Y el TSE, en la sesión 21-2017 del 2 de marzo de 2017, nombró a Andrea
Fauaz Hirsch, quien había tenido un papel protagónico como consultora de la
empresa CAC Porter Novelli en las elecciones de 2014.
Su amplia experiencia en una de las agencias de publicidad líderes del mercado,
le imprimió un ritmo, enfoques y dinámicas de trabajo novedosos en el TSE.
Confiando en la robustez profesional del equipo conformado, las
elecciones del 2018 son las primeras para las que el TSE deja de contratar
asesoría estratégica externa. Como en el 2014, el énfasis comunicacional está
en el ejercicio del voto informado y en el ejercicio, por parte de los
costarricenses, de una ciudadanía de alta intensidad. Además, desde el discurso
de convocatoria, el presidente Sobrado hace un llamado a un debate político de
altura, concentrado en el debate de propuestas y no en la denigración personal.
Ese mismo día, tras el acto de convocatoria, un candidato, Juan Castro
Fernández, inició una campaña de hostil desinformación y amedrentamiento contra
Sobrado González.
La estrategia comunicacional seguida por el TSE consistió en eludir el
conflicto directo, subrayar que el árbitro no estaba en la competencia por
votos y que no correspondía que se pusiera a debatir con ningún candidato, pues
su lugar estaba por encima de todos, dirigiendo el proceso como lo ordena la
Constitución Política. Paralelamente, se ofrecía a la prensa toda la
información que desacreditaba esas acusaciones, y esta, en su consustancial
labor de verificación de la veracidad de los datos y afirmaciones de los
candidatos, empezó a evidenciar esas mentiras. A partir de ese momento, el
político radicalizó su discurso contra casi todos los medios[1].
La campaña electoral dio un giro inesperado cuando, en enero, se conoció
el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el
matrimonio igualitario. Eso catapultó en intención de voto a dos candidatos
manifiestamente en contra y a favor del reconocimiento de ese derecho, lo que
provocó que fueran los más votados, a pesar de que habían estado muy abajo en
las encuestas antes de dicho pronunciamiento. Como era de esperar, la segunda
ronda electoral estuvo marcada por la polarización ideológica y religiosa, lo
cual le generó una fuerte presión al TSE por la aplicación de la prohibición
constitucional de invocar motivos religiosos en las campañas políticas.
Comunicar el difícil equilibrio entre libertad de expresión y protección de la
libertad del sufragio libre de coacciones de conciencia fue un desafío
mayúsculo para el equipo de comunicación. Explicar, además, la diferencia entre
cuándo la eventual violación de esa prohibición se conocía como falta electoral
y cuándo a través de la vía del recurso de amparo, con las diferencias que eso
implica en cuanto a los tiempos de intervención del TSE, rozaba lo imposible.
Sobre todo, en un ambiente tan caldeado y pasional en el que las razones
naufragaban en un pandemonio en el que cada bando se veía víctima y tachaba a
su rival de intolerante. Ese objetivo comunicacional –dudosamente alcanzable-
no se consiguió y la mayoría de las personas consideraron insuficiente y
timorata, unos, y excesiva y autoritaria, otros, la actuación del TSE.
El año 2019 marca el inicio de la relación del TSE con las empresas de
plataformas digitales y de su incursión en la alfabetización digital. Román
Jacobo toma contacto en México, gracias a una invitación del Instituto Nacional
Electoral de ese país, con representantes de Twitter y de Facebook. La relación
con ambas produce el primer programa de alfabetización digital desarrollado por
Facebook en colaboración con una autoridad electoral en el mundo, Soy Digital.
Su implementación sobre el terreno la lleva a cabo el IFED, con talleres
presenciales en todo el país y benefició a 756 personas. Asimismo, de cara a
las elecciones municipales de 2020, ambas empresas colaboraron con el TSE en
capacitaciones a funcionarios electorales, periodistas y encargados de redes
sociales de los partidos políticos, así como a la generación de productos de
promoción del sufragio, el voto informado y los valores cívicos.
Las elecciones municipales de 2020, celebradas dos meses antes de la
llegada de la pandemia a Costa Rica, transcurrieron sin sobresaltos y
evidenciaron un manejo mucho mejor coordinado entre los distintos actores de la
comunicación institucional. Como en 2018, no hubo contratación (y tampoco la ha
habido después) de asesoría externa en comunicación estratégica, sino solamente
de agencias de publicidad para la producción de piezas comunicacionales.
En agosto de 2021, tras un proceso de evaluación de aquella primera
experiencia, el IFED asumió como propia, de manera independiente de Facebook,
la alfabetización digital con el desarrollo del curso Ciudadanía Digital
Responsable, bastante más robusto en contenidos, crítico en su enfoque,
riguroso en su evaluación del aprendizaje, y fácil de llevar, por ser virtual y
autogestionado, que el que se hizo con Facebook. Mariela Castro Ávila, del
IFED, es su productora y desde el Departamento de Comunicación y Relaciones
Públicas, gracias al apoyo financiero de la Embajada de Canadá y de la
Fundación Konrad Adenauer, se desplegó una agresiva campaña publicitaria para
darlo a conocer y promover su matrícula. A la fecha, más de dos mil personas
han llevado el curso.
Sin perjuicio de lo anterior, la relación con las empresas de
plataformas, especialmente con la ya entonces llamada Meta Platforms,
Inc., continuó de cara a las elecciones presidenciales de 2022, pero enfocada
en aspectos más sustantivos, como su colaboración para transparentar la
inversión publicitaria durante las campañas en sus plataformas, para la
detección de financiación partidaria irregular, así como para eliminar los
contenidos que violaran las restricciones de la legislación costarricense y
aportaran la información necesaria para que las autoridades electorales
impusieran las multas correspondientes a los responsables de estos.
Para esas elecciones de 2022 el equipo de comunicación y estrategia
política identificó dos temas que, con alta probabilidad, podrían ser
utilizados para generar desinformación. El primero, la pandemia, y el segundo,
la gran cantidad de candidatos. Respecto del primero, el riesgo era doble y
ambos se materializaron: que hubiera quienes alimentaran el temor en la
población, haciéndole creer (con el objetivo de desestimular la participación)
que el riesgo de contagio por ir a votar era elevado. Y que intentaran incitar
el enojo contra el organismo electoral, difundiendo falsos requisitos (como la
exigencia de carnés de vacunación o códigos QR para poder ejercer el sufragio)
y protocolos de votación inventados (como largas filas para lavarse las manos
durante un minuto ante la mirada de inspectores, previo a ingresar a los
centros de votación) a fin de hacer creer a las personas que el TSE
aprovecharía la pandemia como excusa para obstaculizar el voto de los
costarricenses.
En relación con lo segundo, la inédita cantidad de candidaturas generaba
un riesgo: los expertos de la administración electoral advirtieron que, en
virtud de que el trabajo de llenado manual de información, a cargo de los
miembros de mesa, se ralentizaría por la cantidad de partidos contendientes,
era previsible que la transmisión de resultados preliminares fuera más lenta y,
por ende, el TSE no pudiera ofrecer esos resultados a los ciudadanos con la
celeridad acostumbrada, lo que facilitaría que se produjeran, la noche de la
elección, rumores de fraude por el retraso en la publicación de los datos.
A esas dos circunstancias
se sumó una imprevisible: la renuncia, ya convocada la elección, del presidente
del TSE, Sobrado González, quien había integrado el órgano desde hacía 22 años,
aparte de presidirlo, con un liderazgo muy fuerte, por tres lustros. Su
ejemplar y honorable decisión dio lustre, también, al TSE, pero, a la vez,
causó conmoción. La última elección nacional a la que había ido el país sin él
en el TSE pertenecía al siglo pasado, en 1998. Su retiro no generaba
desorientación interna o carencia de liderazgo. Aparte de un funcionariado
especializado, con estabilidad en sus cargos, los demás magistrados eran
personas de una enorme experiencia y solvencia técnica para conducir el
proceso, empezando por su hasta entonces vicepresidenta, a la postre primera
presidenta de la historia del TSE en 72 años, Eugenia María Zamora Chavarría. A
pesar de ello, sí se podía generar (y construir perversamente) una percepción
externa de “orfandad electoral” o vacío de liderazgo al frente del proceso.
Un cuarto desafío,
lamentablemente ya permanente en los procesos electorales, fue la aparición de
variantes del discurso del fraude electoral anticipado o previsto. Discursos
que, independientemente de sus intenciones, que pueden ser variadas, minan la credibilidad
en la pureza de los resultados de las urnas y, como ya ha pasado en otros
países, puede dar pie a la violencia poselectoral. En este caso en particular,
como agravante, el discurso provenía de un candidato presidencial ya sembrado
en la segunda ronda y de una diputada electa por su misma agrupación que, tras
décadas como periodista televisiva, ostentaba una gran credibilidad pública.
No es este el espacio
para detallar cómo se gestionaron esos cuatro detonantes de desinformación, y
ya sobre el particular hay un artículo publicado que puede consultarse en la
edición n.° 35 de esta misma revista (Román, 2023).
Baste aquí señalar el intenso aprendizaje que esos comicios le permitieron
construir al equipo de comunicación del TSE sobre cómo gestionar
comunicacionalmente una elección compleja. Lo fundamental que es la información
y la inteligencia, pero, no menos importante, la valentía y honestidad, a la
hora de diseñar y ejecutar una estrategia de comunicación. Lo claves que pueden
resultar las relaciones de confianza con los directores de los principales
medios de comunicación para pedir su apoyo en momentos sensibles. El carácter
esencialmente pedagógico que debe tener la comunicación de un organismo
electoral. La inmensa variedad de recursos mediáticos y comunicacionales
diversos a los que hoy debe acudirse según cuál sea el objetivo, los públicos o
los tiempos disponibles para una acción de comunicación. El valor inapreciable
de las redes de apoyo[2]
que, tejidas con anterioridad, pueden activarse en el momento oportuno. Lo
indispensable que es hoy la tecnología de escucha social y los servicios de
alerta temprana digital para abortar incipientes cascadas de desinformación.
En el artículo referido
se documenta el éxito de la gestión comunicacional de dicha elección,
acreditado en que las afirmaciones de fraude fueron ampliamente repudiadas e
incluso retiradas por sus principales propaladores, los electores no dejaron de
ir a votar por miedo a contagiarse, confiaron en los protocolos sanitarios para
votar y dieron la razón a la posición del TSE respecto de las personas enfermas
y con orden sanitaria, hubo una aceptación general e inmediata de los
resultados electorales, fue amplio el reconocimiento de periodistas y
candidatos a la labor del TSE y la valoración ciudadana sobre la autoridad
electoral y su conducción del proceso fue muy positiva.
e.
Consolidación
organizacional 2022-2024
Concluidas con éxito las elecciones de 2022, la presidenta Zamora
Chavarría pudo empezar a perfilar los ejes centrales de su liderazgo al frente
del TSE. Tres proyectos destacaban: elaborar una propuesta robusta de reforma
electoral que pusiera la normativa vigente, de 2009, a tono con las actuales
necesidades del sistema político costarricense (incluida la regulación de la
propaganda política en plataformas digitales). El segundo, “Conversemos”, era
un ambicioso proceso de consulta interna para tomarle el pulso al funcionariado
electoral. Y el tercero era consolidar a todo el equipo de asesoría política y
de comunicación en una sola unidad administrativa: la Dirección General de
Estrategia y Gestión Político–Institucional (DEGP).
Aunque minoritaria, hubo una fuerte oposición interna a que el TSE
tomara esa decisión. Mientras referentes internacionales de la gestión y el
derecho electoral, como Daniel Zovatto Garetto y Lorenzo Códova Vianello, animaban a las y los magistrados a dar el paso,
estos y particularmente la presidenta Zamora Chavarría, enfrentaron presiones e
incluso intimidaciones, algunas de forma pública y otras en las sombras, para
no hacerlo. Al final, el pleno no se amedrentó y en la sesión n.º 88-2022 del
15 de setiembre de 2022,
creó la nueva dirección. Luego, en la
sesión ordinaria n.° 21-2023 del 9 de marzo de 2023,
el TSE acogió las conclusiones y recomendaciones del estudio administrativo de
la Dirección Ejecutiva para el diseño y conformación de esa instancia, y nombró
a Román Jacobo como director general y a Iván Mora Barahona como su secretario general.
Cristalizaba, así, un largo y accidentado proceso de integración de la
comunicación institucional y la asesoría política estratégica que el TSE había
empezado a inicios del siglo. Aparte de reunir en un solo reparto
administrativo la asesoría política, la comunicación interna, la publicidad y
el diseño gráfico, la gestión de redes sociales y demás plataformas digitales,
la producción audiovisual y la atención de prensa y protocolo, se creaba una
nueva Unidad de Análisis y Gestión de Datos, capaz de procesar, por la
formación en sociología, informática y ciencia de datos de sus integrantes,
cantidades voluminosas de información útil para la toma de decisiones
político-estratégicas y comunicacionales en tiempo real.
Aparte de comunicar la implementación paulatina de la Ley Marco de
Empleo Público en el TSE, el primer reto de la nueva dirección fue la reforma
electoral presentada por el TSE a la Asamblea Legislativa a inicios de 2023.
Con solo comparar lo que comunicacionalmente hizo el TSE para promover su
propuesta de reforma electoral de 2013 con lo que hizo en 2023 ya con la DEGP funcionando,
queda de manifiesto la evolución lograda. Además de gestión de prensa y de
artículos de opinión, que se hizo también en 2012, en 2023 se alineó el
discurso con la identidad gráfica (a partir de la metáfora de planos
constructivos), y junto a la publicación del texto de los proyectos, se
produjeron videos explicativos de cada uno, un cuadro comparativo que contrasta
la regulación vigente con la propuesta, y todo ello en un micrositio de
internet dedicado al tema. Al escribir este artículo, los proyectos no se han
aprobado, pero, al menos, la Asamblea Legislativa creó una comisión
especializada para discutirlos, cosa que no ocurrió en 2013.
Las elecciones municipales de 2024, primeras con la DEGP ya constituida,
era previsible que serían las más complejas logísticamente de la historia del
país por el tamaño del padrón, por la cantidad de circunscripciones y de
puestos a elegir, por la cantidad de candidaturas, y porque, debido a una
acción de inconstitucionalidad, se aplicaría por primera vez la paridad
horizontal en puestos uninominales. La agencia de publicidad contratada fue La
Tres y, en conjunto con la DEGP, desarrollaron una campaña publicitaria con un
lema que tuvo una acogida muy amplia, el cual fue replicado, incluso, por las
campañas de varios partidos políticos: “Vote por su pedacito de Costa Rica”.
Sin embargo, dos decisiones del TSE le sumaron a esa complejidad
logística una intensidad política inusual en las elecciones municipales en
Costa Rica: la no inscripción de las candidaturas a las alcaldías y sindicaturas
de dos partidos políticos (por incumplimiento de la regla de la paridad) y la
aplicación de un plan piloto de papeleta única electrónica en un 8% de las
juntas receptoras de votos del país. Ambas eran decisiones fundamentadas, una
en consideraciones jurídicas y la otra en necesidades operativas del proceso
electoral, pero generaron mucha polémica. Además, la no inscripción de las
candidaturas acabó siendo resuelta en una sentencia dividida, en la que el voto
de minoría era suscrito por la presidenta y el vicepresidente del TSE, lo que
puso de manifiesto algo obvio para cualquier persona con una formación básica
en letras, pero que suele desconcertar al gran público: en derecho, casi
siempre, hay más de una interpretación posible a la hora de aplicar el
ordenamiento jurídico a un caso concreto.
En relación con el caso de las candidaturas no inscritas, hubo dos
momentos álgidos. El primero fue el 22 de diciembre de 2023, cuando Pilar
Cisneros Gallo, diputada oficialista, calificó la decisión del TSE como un
“golpe de Estado político-electoral”, y agregó el oxímoron de que en Costa Rica
se vivía en una “dictadura legal y constitucional”. Eso obligó al TSE a salir
el 26 de diciembre (en un video grabado el 24 de diciembre por la tarde), a
refutar contundentemente esas afirmaciones. Dicha pieza comunicacional tuvo una
amplia difusión en medios de comunicación y una cantidad de visualizaciones sin
precedentes en el canal de YouTube del TSE.
El segundo momento fue en la última semana de enero. Ante denuncias
hechas contra la decisión del TSE, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos procedió, conforme a un protocolo usual, a formularle una serie de
consultas al organismo electoral. Si bien es cierto se trataba de una
comunicación confidencial entre la Comisión, el Ministerio de Relaciones
Exteriores y el TSE, la información fue filtrada a un medio de prensa, Trivisión Canal 36, que, a la vez, difundió la falsedad
expresada por un experto consultado por el medio, José Fabio Ramírez, según el
cual lo que había recibido el TSE era, para efectos prácticos, una orden de
suspensión de las elecciones, habida cuenta de que tenía el deber de admitir
las candidaturas cuya inscripción había denegado y el proceso de impresión de
papeletas ya había concluido (Bolaños, 2024).
Contra esa decisión del TSE ya había habido una agresiva campaña de
desinformación e intimidación contra magistradas, magistrados y otros
funcionarios electorales en redes sociales. También se habían planteado
gestiones jurisdiccionales ante tribunales costarricenses para impedir la
celebración de las elecciones conforme a las disposiciones del TSE. Todos
empeños estériles. Esta última acción pretendía, ya que el órgano
interamericano no había satisfecho la petitoria de los quejosos, crear al menos
la ilusión de que sí lo había hecho y propalar la confusión al respecto entre
los costarricenses. Nuevamente fue imprescindible una labor de comunicación
contundente, oportuna y didáctica para aclarar los equívocos y despejar falsas
expectativas que, luego, pudieran generar decepción, enojo y violencia el día
de las elecciones, cuando los simpatizantes de esas agrupaciones no vieran en
las papeletas esas opciones.
En cuanto a la implementación del plan piloto de papeleta única
electrónica, aparte de abundantes contenidos desinformativos en redes sociales,
que asociaban su uso con la perpetración de un fraude electoral, hubo voceros
de partidos políticos, como Francisco Perdomo de Unión Liberal, que reforzaron
esa narrativa. También generó una protesta de algunos días de una activista
digital afín al presidente Chaves que exigía que no se utilizaran esas máquinas
en las elecciones. En este caso, además de la difusión de contenidos
informativos que desacreditaban la narrativa del fraude electoral, el TSE
instaló los fines de semana previos a la elección máquinas de prueba en lugares
concurridos de los cantones donde se utilizarían, de modo que las personas
pudieran experimentar y familiarizarse con el dispositivo, así como constatar
lo fácil e intuitivo que es su uso. El día de la elección, la participación en
esas mesas fue ligeramente mayor que en el resto del país, no se presentaron
problemas en su operación por parte de los miembros de mesa ni tampoco
dificultades en su uso por parte de los electores que, tras utilizarla,
manifestaron su aprobación del sistema.
El proceso electoral concluyó con éxito y el equipo de la nueva dirección
contribuyó a ello. Pocos días después, el 3 de abril de 2024, Teletica.com
informó que, luego de un sondeo a 45 periodistas de 22 medios de comunicación
distintos, estos calificaron la atención de prensa en el TSE como la mejor del
país (Villalobos y Valladares, 2024). Un reconocimiento que atañe a todo el
equipo de la DGEP (que indirectamente también participa en la atención de las
solicitudes de información de la prensa), pero que apunta, destacadamente, a
los dos periodistas institucionales de más experiencia en el TSE, Giannina
Aguilar Sandí y Cedric Solano Ibarra, altamente respetados en el gremio
periodístico costarricense.
3.
Desafíos
de futuro
Como puede apreciarse de la lectura de las páginas precedentes, la
comunicación institucional del organismo electoral pasó de restringirse a la
esporádica publicación de avisos ordenada por el Código Electoral de 1952, o,
posteriormente, de estar dedicada, exclusivamente, a la promoción del voto,
para, en la actualidad, abarcar, también, la comunicación interna, la
producción de información pedagógica sobre el proceso electoral, sobre las
opciones políticas entre las que pueden escoger los votantes y sobre los
problemas específicos de cada cantón. Todo ello, además del combate permanente
a la desinformación, la preparación de vocerías y la gestión de crisis. Pasó,
por último, de un rol meramente ejecutor de decisiones de comunicación
adoptadas por el jerarca a tener, primero, una función asesora en ese campo (el
de las decisiones de comunicación) y, cada vez más, a ofrecer asesoría
estratégica, comunicacional y política, para que el superior, el pleno de
magistradas y magistrados adopten sus decisiones administrativas y
jurisdiccionales.
Dos son los principales desafíos de futuro para la comunicación
institucional del TSE. El primero tiene que ver con la relación de la Dirección
General de Estrategia y Gestión Política con el IFED. Ha quedado claro, sobre
todo en los últimos 5 años, que dado el carácter prominentemente pedagógico que
debe tener la comunicación institucional de un organismo electoral, así como la
importancia cardinal de la comunicación para las labores formativas y de
capacitación, la mancuerna de la nueva dirección con el IFED debe ser muy
fuerte. El reto a futuro es ir descubriendo cómo ambas direcciones pueden
seguir potenciándose mutuamente, cómo satisfacer sus necesidades respectivas,
cómo articular las dinámicas de trabajo propias de cada una y todo ello sin
perder de vista que el objetivo último es compartido: la promoción de cultura
ciudadana y valores democráticos entre los costarricenses.
El segundo reto es más global y abarca a toda la institución, empezando
por la magistratura y las direcciones. Es el paso del estatus formal a la
realidad; esto es, que la elevación de las funciones de asesoría política y
comunicacional al más alto nivel gerencial de la administración, el de dirección,
se traduzca en el reconocimiento de la autonomía profesional de miembros. A
diferencia de otras disciplinas, como la contaduría, la odontología, o la
informática, las ciencias de la comunicación no suelen gozar del prudente
respeto de quienes les son legos, por una razón muy sencilla: todas las
personas se comunican (y la inmensa mayoría, además, está convencida de saber
hacerlo muy bien). Pero en cualquier oficio, no solo en los profesionales, hay
un conocimiento acumulado, un saber hacer perfeccionado, una visión técnica
depurada y unas destrezas educadas, que las organizaciones transdisciplinarias
harían bien en aprovechar considerando con la mayor atención a quienes a ello
se dedican[3].
Referencias
Bolaños, D. (2024). CIDH no ha
exigido que Aquí Costa Rica Manda esté en elecciones de alcaldías. Doble Check. Universidad de Costa Rica. https://radios.ucr.ac.cr/2024/01/doblecheck/cidh-aqui-costa-rica-manda/
Ortega y Gasset, J. (2008). La
rebelión de las masas. Tecnos.
Román Jacobo, G. (2021). Los
discursos de fraude electoral en Costa Rica: hipótesis para su comprensión. En
I. Siles González, L. Tristán Jiménez y C. Carazo Barrantes (Eds.), Verdad
en extinción. Miradas interdisciplinarias a la desinformación en Costa Rica,
(pp. 270-303) Centro de Investigación en Comunicación. Universidad de Costa
Rica.
Román Jacobo, G. (2023). Los
organismos electorales frente a la desinformación. Memoria y lecciones
aprendidas por el TSE tras las elecciones nacionales de 2022. Revista
Derecho Electoral, (35), 29-58.
Schedler, A. (2009). Inconsistencias
contaminantes: gobernación electoral y conflicto poselectoral en las elecciones
presidenciales del 2006 en México. Revista América Latina Hoy, (51), p.
1-59. https://doi.org/10.14201/alh.6933
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 27-2000 del 4 de abril de 2000.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 60-2000 del 3 de agosto de 2000.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 13-2003 del 23 de enero de 2003.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 39-2003 del 27 de marzo de 2003.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 74-2004 del 1 de junio de 2004.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 16-2007 del 13 de febrero de 2007.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 19-2007 del 20 de febrero de 2007.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 115-2009 del 12 de noviembre de 2009.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 6-2010 del 19 de enero de 2010.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 107-2010 del 16 de noviembre de 2010.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 36-2011 del 13 de abril de 2011.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 43-2011 del 10 de mayo de 2011.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 108-2011 del 22 de noviembre de 2011.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 111-2013 del 5 de diciembre de 2013.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 47-2014 del 22 de abril de 2014.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 103-2014 del 23 de septiembre de 2014.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 25-2015 del 17 de marzo de 2015.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 55-2015 del 30 de junio del 2015.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 15-2017 del 14 de febrero del 2017.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 21-2017 del 2 de marzo de 2017.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 88-2022 del 15 de setiembre de 2022.
Tribunal Supremo de Elecciones
de Costa Rica. Acta n. ° 21-2023 del 9 de marzo de 2023.
Villalobos, P. y Valladares,
M. (2024). ¿Cuáles son la peor y la mejor oficina de prensa en el sector
público? Sección Nacional de Teletica.com. https://www.teletica.com/nacional/cuales-son-la-peor-y-la-mejor-oficina-de-prensa-en-el-sector-publico_355615
* Abogado, costarricense, correo electrónico gromanj@tse.go.cr. Director general de Estrategia y Gestión Político-Institucional del TSE. Licenciado en Derecho por la Universidad de Costa Rica (UCR), diploma en Estudios Europeos Avanzados en Comunicación Política e Institucional por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, máster en Marketing, Consultoría y Comunicación Política por la Universidad de Santiago de Compostela y doctor en Sociedad de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Docente de grado en la Facultad de Derecho y de posgrado en la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la UCR y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
[1] Ejemplo de
ello fue la acusación de Castro de que el magistrado Sobrado haría presidente a
Antonio Álvarez Desanti a cambio de beneficiarse de
una ley por aprobar, que concedería a los magistrados del TSE una pensión como
las de sus homólogos del Poder Judicial, que es mejor. La Nación publicó -con
base en datos verificables- que ningún miembro del TSE cumplía los requisitos
que la ley, de llegarse a aprobar, exigiría para acceder a ese derecho. Castro
terminó la elección afirmando que el fraude que anunció se lo había hecho su
propio partido, boicoteando su candidatura (Román, 2021).
[2] A lo largo
del año previo a la elección, Román Jacobo estuvo trabajando con distintos
grupos de la sociedad civil que, por iniciativa propia, se acercaron al TSE a
ofrecer su ayuda como embajadores, en sus círculos de influencia, de
información veraz sobre el proceso electoral. Uno de esos grupos le permitió un
contacto directo con notables deportistas, humoristas, modelos, chefs,
escritores, cineastas y, en general, personas del mundo de la cultura y el
espectáculo, algunos de ellos con miles de seguidores en redes sociales
digitales, a los cuales pudo ofrecer capacitaciones detalladas sobre el proceso
electoral con miras a que, en una situación de crisis por acusaciones de
fraude, tuvieran un criterio fundado acerca de qué compartir con sus
seguidores.
[3] Más allá,
claro, de que se siga o no su criterio, por tratarse, en el campo de la
comunicación institucional, muchas veces, de decisiones de dirección política,
de las cuales el jerarca será siempre el principal responsable.