Las elecciones presidenciales de los últimos años en América del Sur
Jorge Clemente Velasco Haro*
Nota del Consejo Editorial
Recepción: 21 de junio de 2017.
Revisión, corrección y aprobación: 30 de octubre de 2017.
Resumen: El artículo trata de reflejar el inicio y fin de un ciclo político en América del Sur. Es innegable que los gobiernos de centro izquierda generaron políticas, tanto internas como en la región, que modificaron las estructuras vigentes; su llegada trajo una bonanza económica acompañada de una serie de cambios dentro de la organización de la democracia, a través de transformaciones en sus normas y leyes. De manera histórica se ha reflejado lo sucedido en cada país de la región y, consecuentemente, el desgaste de los gobiernos oficialistas de izquierda que en muchas circunstancias ha generado cambios de timón fuera de la democracia, así como también los cambios de las tendencias políticas por la vía democrática que han venido sucediendo.
Palabras clave: Proceso electoral / Reformas electorales / Historia política / Transición democrática Debilitamiento de la democracia / Fortalecimiento de la democracia / Reforma política / Ideología política / América del Sur.
Abstract: The article aims at showing the beginning and the end of a political cycle in South America. It is undeniable that the center left governments generated internal as well as regional policies that modified the existing structures at the time. Its arrival brought about economic prosperity accompanied by a series of changes within the organization of democracy by means of changes in its norms and laws. A historical perspective shows what has happened in each country of the region and consequently the weariness of leftist governments that in many circumstances have generated changes of command away from democracy as well as the changes of the political trends that have been happening by means of the democratic way.
Key Words: Electoral process / Electoral reforms / Political history / Democratic transition / Weakening of democracy / Strengthening of democracy / Political reform / Political ideology / South America.
Los procesos de elecciones presidenciales de América del Sur han enfrentado un período intenso de debate en la región, estos últimos 15 años, durante los cuales ha prevalecido una tendencia de izquierda y centro izquierda en la mayoría de países que la componen. Posteriormente, por efectos de la crisis económica y el desgaste interno, el electorado empezó a “pasar factura al oficialismo”, en consecuencia, se ha iniciado un cambio de esta tendencia, sobre un manto de aprovechamiento de los partidos opuesto a ese oficialismo, con ofrecimientos, a veces demagógicos, fuera de la realidad económica y política que vive América del Sur.
América del Sur, en el siglo 20, estuvo marcada desde hace décadas por la inseguridad económica, la inequidad social y el autoritarismo político. Las clases dominantes en ese momento no aprovecharon durante mucho tiempo la rentabilidad que daba el petróleo, el gas o los productos minerales; más de treinta años de experiencia neoliberal caracterizada con imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, apoyada, en muchos casos, por regímenes de excepción y de facto que sembraron terror y muerte en gran parte de la región.
Esto obliga a que ciertos movimientos sociales empiecen a posicionarse como defensores de derechos y garantías; y, en un futuro, obligan al Estado a modificar las normas de democracia y política en busca de una reivindicación de los diferentes sujetos aislados históricamente en cada uno de nuestros países.
Desde finales del siglo 20 estos movimientos comienzan a tener presencia e importancia política, como es el caso del movimiento obrero que, a pesar de que se inicia desde los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, es en los años 90 cuando toma importancia en la región y tiene realmente una presencia política. También aparecen movimientos de una clase media naciente que se vincula a los movimientos obreros. El movimiento estudiantil que en un momento histórico solo radicaliza su lucha por derechos universitarios. Empiezan a crecer y a fortalecerse los movimientos indígenas y de negros, a partir de los años 70. Por último, también aparecen los grupos y movimientos de defensa del medio ambiente.
Todo esto permite el surgimiento de nuevas fuerzas, partidos y movimientos políticos, con una reconfiguración de la agenda socio-política que ratifica un cambio en los sistemas de representación política de la sociedad civil, estableciendo una nueva alternativa incluyente y democrática, por sus nuevas formas de participación política y participación ciudadana real en la toma de decisiones. Obligando, democráticamente, a los históricos y antiguos partidos políticos vinculados al neoliberalismo a dar un paso al costado.
A partir del nuevo siglo se inicia un cambio radical en la región por la llegada al poder de diferentes partidos y movimientos progresistas, acompañados de un crecimiento económico y de la disminución de la pobreza en América del Sur. Así, el mismo Banco Mundial afirma que esta región, después del Este Asiático, es la que tiene mayor tasa de crecimiento económico a nivel mundial. El incremento del precio del petróleo y el gas, el alza de los precios de los productos y las materias primas y el fortalecimiento del mercado de consumo de los países centrales del mundo generan un crecimiento macro económico de América del Sur, lo que internamente permitió bajar la inflación y mejorar la situación fiscal de los países sudamericanos. También se inicia un trabajo de fortalecimiento regional a través de una integración latinoamericana y sudamericana con organismos como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad Andina de Naciones, Alianza Bolivariana para América (ALBA) y la Comunidad Sudamericana, proponiendo el ideal bolivariano que en muchos casos se transforma en política de Estado de algunos países de la región.
Estas nuevas circunstancias políticas y económicas permiten que nuevos sujetos sociales progresistas alcancen el poder, pero de una manera totalmente democrática y con una presencia y participación masiva de los electores en las urnas. Los gobiernos de izquierda dentro de sus agendas buscaron una definición más amplia de democracia, no solo la democracia del voto, sino una que iba más allá, la que en algún momento llamaron democracia social, de una vida digna, reducción de la pobreza, igualdad, inclusión y participación en la toma de decisiones.
Este cambio de timón en América del Sur, de cierta manera, obliga a la sociedad civil a mantener su tranquilidad política; y casi en la totalidad de la región estos gobiernos oficialistas fueron reelegidos en sus procesos electorales internos, porque gozaban, en ese momento, de una mayoritaria aceptación popular fruto, es de suponer, de una buena o aceptable administración y gestión pública, permitiendo una continuidad y el establecimiento de estos cambios y de nuevas políticas.
Tal estabilidad concede, de cierta forma, al oficialismo la capacidad de fraccionar a los actores políticos, partidos políticos, movimientos, gremios de oposición, etc., porque el electorado confía mayoritariamente en estos gobiernos y ve la oposición como una posible afectación para la buena situación que gozaba en ese momento. Se debe enfatizar, además, en las expectativas que empezó a tener América del Sur, su gran posibilidad de formar parte de la competitividad mundial, pero como un todo y no de manera individual, sumándose a esto la cualidad de que la región posee la mejor base energética del planeta por sus reservas de petróleo, gas y su potencial de energía hídrica
Conforme a los datos indicados, se puede establecer que en estos primeros años del siglo 21, América del Sur ofreció un optimismo político en casi todos los países que la componen. Lastimosamente, por razones internas de cada país, así como por razones externas, iniciando por la baja del petróleo y la caída de la venta de materia prima, este proceso de tendencia progresista ha ido perdiendo presencia, a lo que debe sumársele su permanencia en el poder, que degastó a sus líderes y agotó sus agendas políticas.
Por todo lo expuesto, es necesario establecer la hipótesis de un próximo cambio de ciclo político en la región, que va estar reflejado dentro de sus procesos electorales. Para una mayor comprensión, es necesario dar un dimensionamiento histórico dentro de un marco teórico y presentar las particularidades que han venido teniendo los países de América del Sur; el análisis de esta situación permitirá visualizar, de una mejor forma, el futuro de las elecciones presidenciales en América del Sur. Por lo especial de sus características, no serán tratados Guyana y Surinam, pero sí el resto de la de los países de la región.
Las últimas elecciones presidenciales en Colombia (las del año 2014) se enmarcaron, para la generalidad de los actores políticos, en ofrecimientos de paz interna, una lucha por la paz que de cierta forma ha estigmatizado al pueblo colombiano.
Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta electoral conocida como “ballotage” pertenecen a organizaciones políticas de centro derecha. Ambos con el mismo ofrecimiento de paz interna como principal propuesta de campaña; fue reelegido Juan Manuel Santos.
Es necesario indicar que dentro de este proceso electoral existió una abstención electoral de casi el 60%, en la primera vuelta, siendo la más alta en su historia; es decir, de los 33 millones de colombianos con capacidad para elegir, casi 20 millones no ejercieron su derecho al voto. Todo esto debido a la falta de una relación entre los candidatos y el electorado, radicalizándose aún más por la serie de acusaciones y guerra sucia especialmente entre los dos candidatos finalistas, desde la primera vuelta. Tal abstencionismo electoral obliga, en su momento, al Senado colombiano a retomar el tema del voto obligatorio, posición que no tuvo la fuerza necesaria; en consecuencia, por decisión mayoritaria, actualmente se mantiene el voto facultativo.
Esto demuestra la existencia de un distanciamiento entre los representantes y sus representados; solo el 40% del electorado sufragó en la primera vuelta. Siendo uno de los pocos países que se ha mantenido, dentro de sus procesos presidenciales, con el triunfo de partidos políticos de tendencia de derecha.
En las últimas elecciones presidenciales en Brasil del año 2014, la presidenta Dilma Rousseff ganó la reelección; considerando que desde el 2003 con Lula da Silva un mismo partido político ha monopolizado este triunfo en las elecciones. Con el normal desgaste de su partido y el de sus partidos aliados, la presidenta reelecta ganó las elecciones con apenas el 3% de votos sobre su oponente, hecho que no ocurrió en las elecciones parlamentarias ya que dentro del Congreso perdió mucha representación.
Pese a que esas elecciones presidenciales reflejaban la crisis económica que ha vivido Brasil y a la que se sumó una serie de denuncias de corrupción dentro del gobierno; de alguna manera prevalecieron los programas sociales llevados adelante desde la Presidencia de Lula da Silva que, según sus actores, sacaron a más de 35 millones de brasileños de la pobreza. Sumándose, también, de manera positiva los tratados y pactos internacionales, por ejemplo, el compromiso con Cristina Kirchner, presidenta argentina, la consolidación del Mercosur y la alianza estratégica de la región.
Brasil, actualmente, vive un futuro incierto, al punto de que inclusive el candidato opositor de entonces, Aécio Neves presidente reelecto del Partido Demócrata, en julio de 2015 ya pronostica que Rousseff no terminará el periodo. Es decir, como afirman varios articulistas de Brasil, las organizaciones políticas de oposición tenían la intención de que el gobierno de la presidenta Rouseff no terminara su periodo.
Cabe recordar que Dilma Rouseff fue destituida de su cargo de presidenta, siendo su principal argumento, generado por ella misma para su defensa, que su destitución se debía a su calidad de mujer, calidad que ha venido destacando en su valor histórico desde que asumió el poder. Los ministros del gobierno, congresistas y simpatizantes de Rousseff están de acuerdo con Roussef y le ponen un nombre a lo que sería una de las causas de la persecución: el machismo brasileño. A pesar de que las mujeres son la mayoría brasileña, esto es alrededor del 52%, dentro del Congreso solo ocupan cerca del 10% de los 594 escaños de ambas cámaras.
Es inminente la preocupación que existe en Brasil por el despliegue de poder que tienen los partidos políticos de oposición en el Congreso, ya que a pesar de que la Fiscalía Federal brasileña concluyó que el llamado maquillaje fiscal no configura delito, con lo cual archivó la investigación, la oposición parlamentaria continuó con su proceso.
Todos estos argumentos no sirvieron de nada dentro del Congreso de Brasil y este destituyó de su cargo a Dilma Rouseff. Simplemente, la oposición política de Brasil aprovechó el desgaste del gobierno, su crisis interna, para poder tener cierto apoyo ante esta criticable situación.
Bolivia, a diferencia de Brasil, en sus últimas elecciones de 2014, reelige al presidente Evo Morales, sin necesidad de llegar a una segunda vuelta, ronda electoral o ballotage. Y lo más importante, frente a Brasil, es en estas elecciones cuando el oficialismo ocupará los dos tercios de la Asamblea Legislativa, en un proceso donde por primera vez votaron los residentes en el exterior.
Aquí es importante destacar que desde el inicio la intención de voto a favor de Evo Morales fue similar al proceso electoral de 2009, con la diferencia de que los partidos políticos de oposición se fragmentaron mucho más que en ese proceso electoral. Esto puede ser entendible en razón de que esos partidos no tenían mucho que ofrecer al electorado, frente a una tranquilidad económica de la que goza, hasta la actualidad, Bolivia, cuyo fuerte es la exportación de gas y productos manufacturados, los cuales no se han visto afectados con la crisis económica que vive el resto de América del Sur.
Así también, parte de la fragmentación de los partidos políticos de oposición se debió también a varios acuerdos que supo llevar adelante el presidente Evo Morales con los diferentes sectores que antes lo enfrentaban o que patrocinaban a los partidos de oposición. Igualmente, importa destacar que en 2016 el presidente Morales tiene un fuerte revés político cuando decide consultar al pueblo para una nueva reelección presidencial, a pesar de que podía hacerlo con la mayoría en la Asamblea Legislativa, el NO a la reelección vence con un estrecho margen del 2.6 %. De alguna forma en el electorado boliviano influyeron los problemas que estaban afectando a toda la región, descartando la posibilidad de una nueva reelección del presidente Morales, derrota que debe ser analizada como el exceso de confianza del gobierno en su electorado y que la oposición supo canalizar a su favor. Esta derrota afecta y afectará la región
En Uruguay, las elecciones presidenciales de 2014 de ninguna manera modificaron el panorama político; a pesar de que se llevaron en dos vueltas, los resultados fueron los esperados. Siendo triunfador el Frente Amplio, considerado como de centro izquierda con su candidato y hoy presidente Tabaré Vásquez. Así también, se reflejó esta tendencia en la elección de la mayoría de ambas cámaras legislativas.
Es el tercer gobierno consecutivo del Frente Amplio, algo similar a lo ocurrido paso con el Partido Colorado que gobernó tres cuartas partes de la historia uruguaya, con la reflexión histórica de que el tablero político volvió a partirse en dos: antes era el Partido Colorado (colorados) y el Partido Nacional (blancos). Desde el 2005 que gana las elecciones el Frente Amplio, este bipartidismo se refleja entre el ya mencionado Frente Amplio y el Partido Nacional. Hay que dejar sentado que en estas últimas elecciones el gran perdedor fue el Partido Colorado.
Tabaré Vásquez ya fue presidente del Uruguay en el 2005 y hasta el 2010 y es el primero que rompe la hegemonía del bipartidismo colorado y blanco. Posteriormente, en el proceso de elecciones presidenciales de 2009, Uruguay elige como presidente a José Mujica del mismo Frente Amplio para el periodo 2010-2015. Nuevamente, en 2014 es elegido el candidato oficialista del Frente Amplio, Tabaré Vásquez, con el 56% de los votos.
Es importante destacar que el oficialismo llega otra vez al poder, en razón de la política que lleva a cabo José Mujica “Pepe”, quien deja un gobierno con un balance económico favorable y con un nivel de aceptación de su gestión muy elevado. Mujica deja su gobierno en ese entonces con más del 60% de popularidad y con un elevadísimo perfil dentro y fuera de Uruguay.
De alguna forma esta popularidad del expresidente ha generado una supuesta rivalidad, acallada en este último proceso electoral, entre el presidente electo Tabaré Vásquez y el presidente saliente José Mujica pues, que a pesar de que pertenecen al mismo Frente Amplio, aparentemente existió una imposición de ciertos candidatos municipales por parte de Mujica, como fue el caso de su esposa quien perdió en las últimas elecciones municipales.
Pero lo más importante de Uruguay es que en el país se da un diálogo fluido entre las distintas fuerzas políticas; con los cambios de gobiernos se dan más continuidades que discontinuidades, solo se ha modificado la fuerza con lo que se han realizado determinadas políticas, produciéndose muy pocos cambios. Esto ha generado para Uruguay una mayor credibilidad fuera de sus fronteras, dando tranquilidad a los inversores tanto internos como externos, ya que son mínimos los cambios en las reglas de juego, por lo que no existe ninguna afectación para ellos.
El 22 de noviembre de 2015 después de una segunda vuelta es elegido presidente de Argentina Mauricio Macri, por la coalición Cambiemos, sobre el candidato presidencial oficialista. Este es un importante acontecimiento dentro de la región, Macri pasa a ser el primer exponente de la llamada nueva derecha en acceder al gobierno de un país, la nueva derecha representada, según algunos articulistas, por Capriles de Venezuela, Neves de Brasil y La calle de Uruguay, entre otros más.
Pero esto no solo es un cambio concreto en la actual correlación de fuerzas en la región, la cual todavía sigue teniendo un fuerte peso e influencia de líderes de extracción progresista, popular y de izquierda; sino que todas las alianzas de estos líderes de izquierda empiezan a debilitarse, porque Argentina era un miembro clave en sus estructuras. Recordemos que Macri propuso la salida de Venezuela y Bolivia a través de la llamada “cláusula democrática”, que se aplica solo por la interrupción del orden democrático de un país. Este es un indicador del resquebrajamiento de los tratados o acuerdos que se llevaron adelante en la región y que en varios casos los encabezó la expresidenta de Argentina Cristina Kirchner.
Se debe destacar que históricamente es la primera vez, para este país, que la derecha llega a la Presidencia de una manera legal y democrática. Por primera vez se da una segunda vuelta o ballotage en una elección presidencial, vigente constitucionalmente desde 1994, estableciéndose en la normativa que para acceder en una primera vuelta debe superarse el 45% de los votos u obtener más del 40% con una ventaja de 10 puntos porcentuales sobre su rival.
Es indiscutible que la victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales supone un cambio interno para Argentina y para la región especialmente después de poner fin a 12 años de gobierno kirchnerista, sostén, como se llamó por algunos en su momento, de esa “la izquierda del siglo 21”.
Las últimas elecciones presidenciales en Chile corresponden al período 2014-2018, en las que en una segunda vuelta o ballotage resultó triunfadora Michelle Bachelet de la coalición Nueva Mayoría. Este fue el primer proceso presidencial en el que Chile tiene el mecanismo de inscripción automático de votantes y voto voluntario; así también, fue la primera vez en que las coaliciones y partidos políticos se sometieron al sistema de primarias voluntarias organizadas por el Servicio Electoral cuyas decisiones son vinculantes.
Esta última elección presidencial fue disputada por nueve candidatos, cifra única, y donde, por primera vez, históricamente participaron tantos candidatos. Bachelet fue la responsable de la derrota más aplastante que ha sufrido la derecha desde el retorno a la democracia, recordando que ella ya fue presidenta en el periodo 2006 a 2010. Esta derrota tiene dos características importantes: la primera tiene que ver con la escasa participación ciudadana de apenas el 42% de electores; y la segunda, un gobierno de centro derecha del presidente saliente Sebastián Piñera, el primer gobierno de derecha desde el retorno a la democracia, afectado por la crisis económica mundial.
Chile es considerado uno de los países con mayores niveles de institucionalización de su sistema de partidos, con estabilidad de la competencia partidaria y bajos niveles de volatilidad electoral. Esto permite distinguir claramente cuáles son los partidos de derecha y cuáles son los de izquierda, para que sus votantes sean congruentes con las agendas programáticas de los partidos.
Bachelet, a pesar de la fuerza que le dio su perspectiva de género en toda en la región y en el mundo, se ve afectada en su popularidad de manera drástica, tanto por la crisis económica como por las denuncias de corrupción de sus familiares. Recordemos que en mayo del 2015, la presidenta le pidió la renuncia a todo su gabinete ministerial, en un hecho sin precedentes en este País.
Chile, en noviembre de 2017 vivió un ambiente preelectoral, para las cuales los partidos, las agrupaciones y las coaliciones de izquierda tuvieron su fuerza en un electorado que concurría a las urnas de manera voluntaria, con varios candidatos de esta izquierda como Isabel Allende, Marco Enríquez Ominami y el mismo expresidente Ricardo Lagos. Pero también es necesario recordar que las mismas agrupaciones de derecha se fortalecieron y no se fraccionaron, que, a pesar de su historia, hace poco Chile eligió un presidente de derecha.
Las últimas elecciones presidenciales en el Perú se realizaron en junio de 2016, en una reñida segunda vuelta o ballotage, al igual que en casi todos los países de la región. El triunfador fue Pedro Pablo Kuczynski de Peruanos Por el Kambio, sobre la representante de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. Estos dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta pertenecen a una tendencia de centro derecha, perfectamente definida en el caso de Peruanos Por el Kambio, pero en lo que se refiere a Fuerza Popular, realmente identificada como el fujimorismo. Aunque no han definido de manera expresa una tendencia ideológica, podemos definir su accionar como un movimiento de derecha políticamente y en lo económico en busca de un modelo liberal. En el órgano legislativo, Fuerza Popular tiene una mayoría absoluta, lo que va a dificultar el gobierno de Kuczynski, sumada a la inquietud de Keiko Fujimori sobre la imparcialidad del proceso electoral.
Nuevamente, en la región se elige un gobierno de derecha frente al desgaste de un gobierno de izquierda. El presidente saliente era Ollanta Humala, del Partido Nacionalista Peruano, partido fundado por él y que obtuvo su victoria en coalición con varios partidos de izquierda. En las elecciones que triunfó Humala, lo hizo en la segunda vuelta frente Keiko Fujimori.
Así, Perú pasa a ser otro ejemplo del desgaste político de los gobiernos oficialistas de izquierda que pierden sus elecciones, ratificando el cambio de ciclo que se viene para la región.
En la última elección presidencial, el candidato oficialista por la izquierda, Nicolás Maduro, obtuvo la victoria para el periodo 2013-2019, frente a su contrincante Henrique Capriles. Recordando que este proceso electoral se vio obligado a realizarse tras la muerte del presidente Hugo Chávez. Hasta esta fecha, de las 19 elecciones celebradas en Venezuela desde 1998, cuando Hugo Chávez ganó por primera vez la presidencia, en 18 de ellas ha obtenido la victoria el oficialismo chavista de izquierda. Chávez fue elegido cuatro veces consecutivas presidente de Venezuela.
Se debe también recordar que seis meses antes, en las elecciones presidenciales, Hugo Chávez tuvo una ventaja de 10 puntos sobre el mismo Capriles. Chávez, antes de fallecer, nombró como su sucesor a Nicolás Maduro, pero a pesar del apoyo de Hugo Chávez, el oficialismo alcanzó un muy ajustado triunfo, con apenas de 1.5 de los votos de ventaja.
Es necesario indicar que en las últimas elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, resultaron con la victoria la coalición de organizaciones políticas, Mesa de la Unidad Democrática (MUD), principal movimiento de oposición al gobierno del presidente Nicolás Maduro, con 112 de los 167 diputados de la Asamblea Nacional (56,2% de los votos); siendo esta la primera victoria electoral de peso para la oposición en 17 años.
Venezuela actualmente se encuentra afectada por una resección económica, producto de la baja del petróleo, a nivel mundial. Internamente, se encuentra completamente convulsionada, ya que está afectada por la escasez de alimentos y productos básicos, como también recortes de luz eléctrica, lo que ha obligado al presidente Maduro, ante las protestas empujadas por la oposición, a decretar continuamente estado de emergencia para, de alguna forma, mantener la seguridad ciudadana.
A todo esto también se suman las tensiones generadas dentro de los organismos internacionales de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Mercosur, de los cuales es miembro. Todo esto lo ha aprovechado la oposición venezolana, la cual realizó un proceso de recolección de firmas para revocarle el mandato al presidente Maduro y que ha agravado aún más esta crisis, al punto de que el mismo Vaticano propone mediar la situación entre el chavismo y la oposición. Inestabilidad interna que, por ser uno de los principales referentes la izquierda venezolana, está afectando también a toda la región.
Las últimas elecciones presidenciales en Paraguay corresponden al período 2013-2018, este fue el sexto evento electoral general desde que se puso fin a la dictadura de Alfredo Stroessner en 1989. Estas elecciones fueron muy importantes para la región en razón de que eran las primeras elecciones que se cumplieron después de la crisis política ocurrida en 2012, originando la suspensión de Paraguay en el Mercosur y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), cuando a través de un juicio político destituyeron al presidente Fernando Lugo Menéndez, elegido en el 2008, perteneciente al Frente Guasú que es una concertación de partidos de izquierda y centro izquierda de Paraguay.
El triunfo del presidente Lugo fue la derrota del Partido Colorado que había gobernado el país por casi sesenta años, pero para poder gobernar era necesario una mayoría parlamentaria, por lo que requirió una coalición de partidos entre los que se encontraba el Partido Liberal del cual es miembro su vicepresidente Federico Franco. Tanto el presidente Lugo como su vicepresidente Franco y sus respectivas agrupaciones políticas tienen grandes diferencias ideológicas. Diferencias que han producido distanciamiento de este cogobierno. Será Franco quien le suceda presidencialmente a Lugo, tras la crisis política.
Esta crisis política que en su momento numerosos medios de comunicación, críticos y políticos la llamaron “golpe de estado parlamentario” (hecho similar posteriormente sucedido en Brasil) fue originada por un juicio político contra el presidente Lugo, de la Cámara de Diputados del Paraguay, a quien acusaron de responsabilidad política por los enfrentamientos entre policías y campesinos en Curuguaty, con un saldo de 17 muertos. Inmediatamente después del incidente de Curuguaty, el Partido Liberal exigió la salida del presidente Lugo y se sumó al pedido de juicio político del Partido Colorado, que de alguna forma buscaba presentarse ante el electorado como opositor al oficialismo de entonces.
Después de esta crisis, el gran triunfador en las elecciones presidenciales de 2013 es el opositor Partido Colorado o Asociación Nacional Republicana, de tendencia conservadora y nacionalista con su candidato Horacio Cartes Jara. De estas elecciones resulta importante establecer a Paraguay como un país en vías de consolidación democrática y que, de cierta manera, con este último proceso electoral fue rescatada la democracia.
Las últimas elecciones presidenciales en Ecuador se realizaron en febrero de 2013, resultando reelecto presidente, en la primera vuelta electoral, Rafael Correa, por Alianza País-Patria Altiva y Soberana quienes también obtuvieron la mayoría legislativa. La tendencia política de Alianza País- Patria Altiva y Soberana es de izquierda.
Rafael Correa es elegido presidente de Ecuador desde enero de 2007; luego, en septiembre de 2008, se adopta una nueva constitución, por votación popular, promovida totalmente por el mismo presidente Correa que concluye con un proceso de nuevas elecciones. Su primer mandato debía finalizar el 15 de enero de 2011, pero la nueva constitución redactada por la Asamblea Nacional ordenó adelantar los comicios para todas las dignidades del país y en abril de 2009, Correa resulta vencedor en la primera vuelta electoral por cuatro años, con el apoyo de varios partidos y movimientos políticos.
El presidente Correa durante su segundo período gozó de alta popularidad, la que se incrementó luego de la crisis política del 30 de septiembre de 2010, esta crisis, realmente de seguridad interna, se inició como una revuelta policial contra una ley salarial que el presidente calificó de golpe de Estado planificado.
Hay que considerar que en diez años, Ecuador ha tenido un solo presidente hasta el 2017; mientras que, si miramos un poco atrás en la historia del país, desde 1996 hasta el 2007, Ecuador tuvo ocho presidentes y dos triunviratos. Es importante insistir que esta aceptación interna, fruto de una buena estabilidad económica, en su momento, hizo que el presidente Correa conjuntamente con Chávez de Venezuela y Morales de Bolivia fueran las figuras emblemáticas de este ciclo de tendencia de izquierda de la región.
Después de haber revisado lo sucedido en América del Sur, más que verlo como fin de un ciclo político; en cambio, debería verse como el final de un ciclo económico motivante de estos cambios.
La llegada de los gobiernos de izquierda a los distintos países de América del Sur trajo una bonanza económica, acompañada de una serie de tratados y convenios que mostraron al mundo una región unida y sólida, con metas generadas alrededor de sus gobiernos de izquierda, pero que de manera lastimosa se dilataron en el tiempo y aparentemente solo han quedado como enunciados
La caída de la venta de materia prima, la caída de los precios del petróleo, la disminución radical de la necesidad de adquirir insumos por parte de China, una clase media que creció en este ciclo económico con todas las necesidades que esto implicó, las crisis internas mencionadas anteriormente de los países de la región y la inflación producida en la mayoría de países son varias de las razones que están empujando estos cambios políticos.
También se debe considerar que todo gobierno, independientemente de su ideología, cuando disminuye sus ingresos, ve afectada su capacidad de desarrollar políticas y debido a la presión de la sociedad civil conforme a sus necesidades, van poniendo en duda cuáles son las prioridades de esa sociedad civil, en razón de los distintos estratos o clases sociales; es decir, se empieza titubear en la determinación de políticas públicas para afectar o no a determinados sectores de la sociedad.
Pero también a todo esto hay que sumar otro tipo de factores como la afectación que ha producido la desaparición de líderes emblemáticos de esta política, por ejemplo, Hugo Chaves y Néstor Kirchner, quienes fueron de cierta forma los principales líderes de este cambio, junto con Rafael Correa y Evo Morales.
Los partidos de derecha que en el momento de la bonanza económica apenas levantaban sus voces, hoy son quienes llevan su bandera triunfadora en los diferentes países de la región, aprovechando el desgaste de los gobiernos oficialistas de izquierda y el deseo ciudadano de mantener o mejorar su estándar de vida, que se encuentra afectado, a través de proyectos de políticos que promueven la libertad económica, el libre mercado, la desregulación económica y el comercio.
Hoy son los actores de derecha quienes encuentran en la crisis la mejor oportunidad para presentar a su electorado una nueva agenda de cambios económicos y políticos, incluyendo también en estos los que se están produciendo en los Estados Unidos de América como su principal socio comercial, motivados por la política internacional de su nuevo presidente.
En resumen, como una hipótesis tenemos una transformación política en América del Sur fruto de la crisis económica y financiera, el desgaste natural de los gobiernos progresistas por sus reiterados periodos de gobierno, el crecimiento de una nueva clase media que salió de la pobreza con nuevos intereses y, por último, pero no menos importante, la falta de una real integración económica sudamericana que le permita una mayor presencia en la competividad mundial y potencial defensa de sus derechos de la región. A esto hay que sumar la elección de un gobierno republicano de los Estados Unidos de América.
Para terminar y sin poder dejar de vincular al ser humano con su calidad de elector que, por su propio instinto, tiene apego a su bienestar, fruto de su tranquilidad y estabilidad económica, pero por su propia calidad de ser humano al momento que se ve afectado su bienestar se enciende su racionalidad cognitiva y busca instintivamente mantener o recuperar su calidad de vida; el electorado interrumpe estos procesos, dando oportunidad a la oposición de los gobiernos progresistas. Lastimosamente, las buenas acciones del pasado van de a poco quedando en el olvido, pero en algún momento deberán ser rescatadas y enfrentarán los paradigmas centrados en propuestas demagógicas de una posible salida inmediata de la crisis económica latente en la región, es así que el electorado nuevamente confiará en los gobiernos progresistas.
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* Ecuatoriano, abogado, correo jvelasco@fomentoacademico.gob.ec y jorge.299@hotmail.com. Coordinador del Instituto de Fomento al Talento Humano de Ecuador.