Discurso de Convocatoria Elecciones Presidenciales y Legislativas 2018

Luis Antonio Sobrado González

Presidente TSE

¡Buenos días!

Bienvenidos sean a la casa de la democracia costarricense, al Tribunal Supremo de Elecciones. Es este un día muy especial, no solo para la Institución sino para todo nuestro pueblo, porque hoy convocamos a los costarricenses a las urnas, a las elecciones presidenciales y de diputados a la Asamblea Legislativa. Arranca así formalmente el proceso electoral, durante el cual el mando de la Fuerza Pública pasa a manos de este Tribunal, distintos recursos del Estado son generosamente puestos a nuestra disposición; y la sociedad costarricense, como un todo, se prepara para decidir. Es, en ese sentido, muchísimo más que un acto institucional. Es una cita en la agenda nacional, pues nos concierne a todos. Apúntenlo: el próximo 4 de febrero de 2018 tendremos las décimo sétimas elecciones generales en 65 años, desde que, por primera vez, este Tribunal organizara una elección presidencial y de diputados en 1953.

Ir a una nueva elección es siempre, para los costarricenses, un reencuentro con sus raíces, con su identidad. Nuestro café, nuestra biodiversidad, entre otros, nos distinguen en el mundo, pero nada lo hace tanto, ni suma tanto honor a nuestra humilde estirpe, como nuestra vocación democrática. No es este un pueblo de fastuosas ciudades lujosamente ornamentadas ni de formidables conquistas militares. Es un pueblo, eso sí, que siempre ha buscado organizar su vida en común en paz y libertad. Es un pueblo que sabe votar y sabe respetar el voto del vecino, y eso, que a fuerza de costumbre nos puede parecer poco, es mucho.

Es mucho, pero ya no es suficiente. Aunque durante estos 65 años hemos hecho con éxito elecciones libres y ello es excepcional en el mundo, ya no podemos conformarnos con eso. Hay que elevar el estándar. Poner el listón más alto. Porque esta joven nación está alcanzando ya la edad adulta y porque los desafíos que enfrenta, como proyecto de vida colectiva, son formidables. El próximo 4 de febrero elegiremos al Gobierno bajo cuya conducción cruzaremos el umbral de los 200 años de vida independiente y será un Gobierno que, ya los propios 1.° y 8 de mayo del año entrante, tendrá que buscar, sin respiros ni tiempo de acomodo, la solución a problemas pospuestos por décadas. Pero antes que a los futuros gobernantes, la complejidad de nuestros desafíos nos reta a nosotros como ciudadanos. Nos exige algo más que solo votar. Nos exige hacerlo de manera informada, inteligente. Un voto informado es un voto inteligente. Y solo el voto inteligente es un ejercicio responsable de la ciudadanía.

Este llamado al ejercicio responsable de la ciudadanía será nuestro mensaje central, como Tribunal, durante todo el proceso electoral. Apelaremos a los partidos, claro, y también a la prensa. A los partidos, a que no malgasten esta campaña en insultos y banalidades. Los procesos electorales son, también, escuelas de civismo para las nuevas generaciones. Recuerden: hay niños viéndolos y oyéndolos. Y a la prensa, para que sumen su fuerza y conocimiento para ofrecernos a los costarricenses la mejor información y la más oportuna cobertura de este proceso electoral. Pero nuestro mensaje central, como les decía, irá dirigido a la ciudadanía. Son ustedes, costarricenses, quienes pueden exigirles a los candidatos (y también a los medios de comunicación) que hablen de lo importante; que no reduzcan esta campaña a rencillas personales ni a pirotecnia publicitaria; que no perdamos esta valiosa oportunidad que nos da la democracia de discutir razonablemente sobre nuestros problemas vitales y buscarles solución entre todos.

Siempre lo he dicho y no me cansaré de hacerlo: los procesos electorales son de los ciudadanos. No del Tribunal ni de los candidatos… de los ciudadanos. El ciudadano está en el centro del proceso electoral porque los partidos son asociaciones de ciudadanos para la participación política; porque el que elige (y así lo decide todo) es el ciudadano; y porque los intereses más importantes que se juegan en las urnas no son los de este Tribunal, como tampoco los de los partidos políticos, sino los intereses y aspiraciones de los ciudadanos.

A los ciudadanos no solo les insistiremos en que vayan a votar. Todos están llamados a hacerlo y pueden confiar en que, una vez más, el Tribunal Supremo de Elecciones velará porque lo hagan en paz, libertad y sabiendo que su voto será protegido. Pero ahora el reto es mayor. No basta ya con abrocharse el cinturón de seguridad y ponerse en marcha. Vamos a cruzar el Zurquí en medio de un aguacero torrencial y con la más densa neblina. Es imperioso poner las luces altas, abrir muy bien los ojos y agudizar el oído. Toda nuestra atención debe estar sobre la carretera, porque los peligros son muchos y distraerse podría tener consecuencias fatales.

Antes de votar, busquen información de calidad sobre los aspirantes, sus ideas y trayectorias. Pónganse en guardia frente a rumores y anónimos, con una actitud crítica a la hora de consumir información. Frente a cualquier afirmación, positiva o negativa, vean si está respaldada, la credibilidad de quien la dice y con qué pruebas lo hace. Y no se queden con solo una parte de la historia. Traten de escuchar lo que los otros tienen que decir y pónganlo en la balanza. Informarse no es atiborrarse de datos y noticias. Requiere reflexión y discernimiento de su parte; criterio para aprovechar y no ahogarse en un mar de mensajes contradictorios. Así como nadie podrá votar por usted, nadie podrá decidir por usted. A usted, costarricense, le toca decidir. Tomar toda esa información y pensar quiénes son las personas y cuáles son las propuestas más convenientes para el país. Y entonces sí, votar. Votar como un ciudadano responsable, como una persona que se respeta lo suficiente a sí misma como para respetar la forma en que vota.

Amigos, permítanme concluir con una reflexión: el 4 de febrero no solo celebraremos una elección presidencial y de diputados 65 años después de que este Tribunal organizara la primera. El 4 de febrero no solo elegiremos al Gobierno con el que arribaremos, como pueblo independiente, al bicentenario de nuestra andadura sobre la faz de la tierra. El 4 de febrero votarán, por primera vez, costarricenses nacidos en el año 2000. Una nueva generación que ha crecido en un mundo digital, en un mundo, en general, muy distinto al de quienes ya peinamos canas.

Lo digo yo, que en 2018 cumpliré 40 años de haber salido del colegio. Lo digo como padre. Lo digo pensando en esos 7.227 muchachos que nacieron entre el primero de enero y el 4 de febrero del año 2000 y que podrán votar en estas elecciones. Pienso, por ejemplo, en María José, esa muchacha que aún es menor de edad pero que el 4 de febrero ya tendrá 18 años y podrá votar. ¡Tiene toda la vida por delante!... y por eso, solo por eso, se juega mucho más que yo en estas elecciones. No es difícil saber lo que quiere y, la verdad, es lo mismo que yo quiero para ella, para mis hijas y para los hijos de nuestros hijos: un planeta que deje de calentarse, que no oscile entre la garganta seca de la sequía y la devastación y muerte de la inundación. Un país en el que María José pueda estudiar, formarse y desarrollar al máximo su talento en un trabajo bien remunerado. Un país en el que, sin necesidad de ser rica, María José tenga cobertura médica y acceso a la cultura, al arte y al ocio. Un país en el que, por ser mujer, no tenga menos oportunidades, menor salario y en el que pueda andar por la calle sin temor a ser acosada. Un país en el que María José, tras años de trabajo y cuando las fuerzas ya no sean las mismas, tenga la tranquilidad de una pensión para una vejez digna.

Este próximo 4 de febrero los viejos tenemos la obligación de votar pensando en ellos, las nuevas generaciones, y ellos tienen la obligación de tomárselo muy en serio, tan en serio como su futuro. Por eso invitamos hoy, para que nos acompañaran, a estos muchachos, a estos estudiantes presentes en el Auditorio. Adolescentes, incluso niños, que en esta ocasión no votarán, pero que están en el proceso formativo más importante: ese en el que uno se gradúa a los 18 años como ciudadano y, como diploma, recibe una cédula de identidad. Muchachos, vamos a votar pensando en ustedes.

Costarricenses, adelante. Son cuatro meses para informarse y pensar. No tienen que preocuparse por nada más. De la organización ya nos ocuparemos nosotros, que sabemos hacerlo y muy bien. El cuatro de febrero tendremos las papeletas y las urnas listas. Usarlas de forma responsable y hacer un voto informado, inteligente, depende de usted.

¡Muchas gracias!